Les hablo del Día del Niño. Este sábado, no sólo tenemos una cita con la guitarra, con los caramelos y con la música. Tenemos una cita con la esencia de esta fiesta: la inocencia, tan perdida y olvidada en nuestro mundo. También los niños han dejado de ser inocentes.
El Día del Niño es una oportunidad para llenar nuestros corazones de la más tierna inocencia y sembrar a nuestro alrededor un poco de cordura y ternura ante tanta locura. En segundo lugar, es una cita con los Valores de siempre, los que nos han definido durante siglos y que, ahora, también se están diluyendo para dejarnos vacíos, solos, a la intemperie. Valores como el amor, la justicia, la igualdad, el compromiso, la libertad. En el fondo, una cita con lo que somos o estamos llamados a ser. Todo ello, sin olvidarnos de nuestra Patrona. Fue en torno a Ella donde nació esta Fiesta. Quizás, porque el padre Juan José Olite pesara que, nadie mejor que una Madre, para hacer que nuestros corazones sean mejores, más humanos y dichosos.
Preparémonos para cantar y bailar al son de la guitarra. Dejemos que el reloj marque las 7:00 y entonces, sólo entonces, podremos comenzar la aventura de volver a ser como niños.
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