Manuel Pecino | Los Barrios
Con motivo de las II Otoño Cultural que el Casino de Los Barrios celebró el pasado mes de octubre el profesor José Antonio De la Yeza Chico ofreció una conferencia sobre El cambio educativo en Los Barrios durante transición. .
Este maestro ceutí llego bien pronto a nuestra comarca, empezando labor educativa en La Línea de la Concepción y más tarde de manera fortuita, en Los Barrios, donde aún continua.
José Antonio empezaba su andadura como docente mientras la educación estaba regida por la recién implantada Ley General de Educación, que supuso el comienzo de una etapa de modernización en el sistema educativo español y es el punto de partida para una renovación profunda del Sistema Educativo Nacional, cuyo objetivo fundamental fue la expansión y democratización de la enseñanza y la elevación y mejoramiento de su calidad y del rendimiento educativo.
Como decía antes, este maestro empezó a impartir clases en La Línea de la Concepción, y pronto él y dos amigos más llegaban a Los Barrios con ganas de asentar un nuevo modelo educativo, cargado de ilusión empezó su andadura en el Colegio San Isidro Labrador, que estaba repartido en distintos edificios por la Villa. Le tocó ejercer la profesión en La Vega de donde guarda agradables recuerdos. Más tarde fue trasladado al Paseo, en el actual hogar del pensionista. Sus compañeros de profesión le recordaban tanto a los que un día le dieron clase en el colegio que le parecía que no había pasado el tiempo, las actitudes, las indumentarias, o las formas de docencia basadas en “cada maestrillo tiene su librillo” no habían cambiado, esto llevó a José Antonio a plantearse una duda “o me adapto a lo que hay, o poco a poco le vamos dando un giro a esta situación” y cuenta que poco a poco, entre los más flexibles iban arrastrando al cambio a los más retraídos, con cualquier excusa para reunirse y poder evolucionar al paso que lo hacia la sociedad de la época. Con algunos, dice de la Yeza, lo consiguieron, pero otros continuaron con sus costumbres.
Un hecho notable de esta época, es que en 1973 aun no existía derecho a huelga, los maestros, promovidos por el Servicio Español del Magisterio, se organizaron entre el 26 de enero y el 4 de febrero organizando una huelga general de maestros para reivindicar que no percibían las retribuciones complementarias que el Gobierno había aprobado para otros cuerpos docentes y funcionarios de la Administración y aunque algunos de los compañeros de José Antonio no secundaron la huelga, por ese miedo aun existente a ir contra el poder, tuvo gran seguimiento y el Boletín Oficial del Estado del día 3 de febrero publicó un Decreto Ley del 1 de febrero, sobre retribuciones complementarias al Profesorado de Educación General Básica, por lo que la situación quedó rápidamente normalizada.
Hasta la época, las divisiones de los alumnos en los distintos grupos se hacía de dos formas, separación por sexo en los primeros años de la enseñanza, y una segunda forma, la separación según el nivel escolar, es decir, los niños que eran habituales de los sobresalientes en el primer grupo, y los que tenían mayores dificultades, tenían asignaturas pendientes o repetían, en el último grupo, algo que tanto a De la Yeza como a otros compañeros les parecía “una monstruosidad rayando en la locura, tanto para maestros como para alumnos”, así que en 1980, con la inauguración del Colegio Maestro D. Juan González, un grupo de maestros mas jóvenes empezaron una iniciativa por la igualdad tanto entre el profesorado definitivo como con los interinos que consistía en el reparto de los grupos por idoneidad, es decir, donde encajaría mejor cada profesor, adjudicándose los grupos de niños más mayores a los maestros más novatos, y los primeros cursos, a los más experimentados.
José Antonio destacó también las reuniones que tenían los maestros con sus alumnos fuera del horario de clases, que no eran clases extraescolares, sino grupos de reunión, discusión donde se producía un acercamiento entre los alumnos y maestros y charlaban de los temas que los jóvenes no hablaban con sus padres, por ejemplo.
El modelo educativo que este maestro quería llevar a cabo no era como el que había recibido, el se quería parecer a un maestro que tuvo, al que recuerda como el profesor más buena persona que ha conocido: “exigente, justo, estricto con moderación, infundía respeto a sus alumnos y al mismo tiempo muy respetuoso con ellos, muy servicial, paciente, bondadoso y simpático, te hacía ser absolutamente delicado en tu comportamiento”.
A día de hoy, se plantea un problema y De la Yeza sostiene que “cuando una sociedad no valora ni respeta a las personas encargadas de la educación de sus hijos algo está fallando” y piensa que puede estar provocado por varias causas, como el pensar que impartir una clase no es una tarea tan difícil o la creencia de que donde se educan a los hijos es en la escuela, “quienes piensan así no se sentirán responsables de inculcar a sus hijos la responsabilidad, el respecto a las normas de convivencia y el autocontrol, dejando todo en manos de unos “extraños” que dan clases”
José Antonio concluyó la ponencia con una reflexión en la que invitaba a los representantes en las cámaras a que la educación no se rigiera por unas leyes que dictaran los que en según qué momento tuvieran mayoría, sino trabajar en conjunto por la búsqueda de un crecimiento para el sistema educativo, y con una frase muy importante para los docentes de Francisco de Sales que dice: “La prueba de un buen predicador es cuando su congregación no sale diciendo “qué sermón más bonito”, sino que dice “a partir de ahora me comprometo y haré algo.”







