La ashwagandha no es magia: el peligro de creer en suplementos “milagro”

 

En los últimos meses, la ashwagandha se ha colado con fuerza en redes sociales, gimnasios y estanterías de tiendas “naturales”. Se presenta como un remedio casi universal: ayuda a dormir mejor, reduce el estrés y la ansiedad, aumenta la testosterona, regula la tiroides, protege el corazón, favorece la pérdida de peso y hasta frena el envejecimiento.
Demasiado bonito para ser verdad.

Cuando un solo suplemento promete mejorar casi todos los aspectos de la salud, desde la ciencia conviene levantar la ceja. En biología y medicina, las soluciones milagro casi nunca existen.

Una planta tradicional… con muchos matices

La ashwagandha (Withania somnifera) es una planta utilizada desde hace siglos en la medicina ayurvédica. Sus efectos se atribuyen a los withanólidos, unas moléculas cuya cantidad varía mucho entre productos. Y aquí aparece el primer problema: no todos los suplementos son iguales. Dos cápsulas distintas pueden contener concentraciones muy diferentes de compuestos activos, aunque ambas se vendan bajo el mismo nombre.

Esto complica mucho saber qué dosis funciona, para quién y con qué seguridad.

Estrés y sueño: el único terreno con algo de respaldo

Si hay un ámbito donde la ashwagandha muestra cierta evidencia es en la reducción del estrés percibido y, en menor medida, en la mejora del sueño. Algunos estudios han observado pequeñas bajadas del cortisol (la llamada “hormona del estrés”) y mejoras subjetivas en ansiedad leve.

Eso sí, hablamos de estudios cortos, con pocos participantes y resultados modestos. No sustituye, ni de lejos, a estrategias con eficacia bien demostrada como el ejercicio físico, la terapia psicológica o una buena higiene del sueño.

Tiroides: donde empiezan los riesgos

Uno de los aspectos más preocupantes es su efecto sobre la función tiroidea. Aunque se promocione como “reguladora”, existen casos clínicos bien documentados de personas que desarrollaron hipertiroidismo tras consumir ashwagandha.

En personas con problemas de tiroides o que toman medicación hormonal, su consumo puede ser arriesgado. Que algo sea natural no significa que sea inocuo, especialmente cuando interfiere con el sistema endocrino.

Testosterona y rendimiento: más marketing que ciencia

Otro de los grandes reclamos es su supuesto efecto sobre la testosterona y la función sexual. La realidad es que los estudios positivos se limitan a situaciones muy concretas, como hombres con infertilidad o sometidos a estrés extremo. No hay pruebas sólidas de beneficios en personas sanas.

Una vez más, se exageran resultados muy específicos y se venden como válidos para todo el mundo.

Beneficios “espectaculares” que no pasan del laboratorio

Acción antiinflamatoria, cardioprotectora o antienvejecimiento: la mayoría de estas afirmaciones proceden de estudios en células o animales. Que algo funcione en un ratón no significa que prevenga infartos o alargue la vida en humanos.

A día de hoy, no existen ensayos clínicos amplios que respalden estos beneficios en personas.

Riesgos

La ashwagandha puede provocar molestias digestivas, somnolencia excesiva y alteraciones hormonales, además de interactuar con medicamentos para la ansiedad, la depresión o la tiroides. Además, los suplementos no pasan los mismos controles que los medicamentos, lo que añade un factor extra de incertidumbre.

En resumen, la ashwagandha no es un engaño, pero tampoco es el superalimento que muchos venden. Sus posibles beneficios son limitados y contextuales, y no justifican el entusiasmo actual. Cuando un producto promete mejorar casi todo, lo más sensato es aplicar escepticismo.

En salud, las modas van y vienen. La evidencia científica, no. Antes de tomar cualquier suplemento de forma continuada, conviene informarse bien y, si hay problemas de salud previos, consultar con un profesional. Un vídeo viral o un “recomendado en TikTok” nunca debería pesar más que el criterio médico.

[1] Lopresti, A. L., Smith, S. J., Malvi, H., & Kodgule, R. (2019). An investigation into the stress-relieving and pharmacological actions of Withania somnifera. Medicine, 98(37), e17186.
[2] Verma, N., & Gupta, S. K. (2021). Clinical evidence of Withania somnifera in stress and anxiety: A systematic review. Journal of Herbal Medicine, 26, 100406.
[3] Björnsson, H. K., et al. (2020). Ashwagandha-induced thyrotoxicosis. Endocrine Practice, 26(3), 342–346.
[4] Tandon, N., et al. (2022). Herb-induced thyroid dysfunction: A review. Thyroid Research and Practice, 19(1), 1–6.
[5] National Center for Complementary and Integrative Health (NCCIH). (2023). Ashwagandha: What the science says.

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