EN ROJO Y NEGRO

Construcción del dogma cristiano, paganización y politización


 

Recomendable es ilustrase sobre la historia detrás del NUEVO TESTAMENTO: https://www.youtube. com/watch?v=oVWPCBSEtTQ. España, y buena parte del mundo descubierto, colonizado, conquistado por ella y alguna que otra potencia renacentista, está influida notablemente por la cultura cristiana (judeo-cristiana). Conocer aspectos de ella ayudan a analizar los comportamientos que las gentes manifiestan, especialmente la inexplicable (para extraños) íntima relación del poder político con la religión. Y las autoridades, tanto civiles como militares parecen no aceptar el alcance lo dispuesto por el artículo 16, punto 3 de la Constitución española, que establece: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.” Si esto es así como justificar el apoyo constante tanto económico, como mediático e institucional que las autoridades del estado (alcaldes y concejales incluidos) prestan a la iglesia católica y a las manifestaciones públicas de las asociaciones religiosas católicas.

Por otro lado la propia Iglesia, custodia de la tradición evangélica, no acaba de actualizar sus liturgias concretándolas, no a los llamados “signos de los tiempos”, sino y especialmente por coherencia a su misma doctrina y teología. Siglos (20) de reflexiones, interpretaciones, investigaciones, comparaciones, consensos diversos han pretendido cerrar los dogmas del cristianismo en general y del catolicismo en particular. Los relatos que le van contando a cada persona desde su nacimiento y los rituales a los que se le hace participar desde la más tierna infancia (pila bautismal es el comienzo), pubertad, juventud, adultez, ancianidad y la mismísima muerte, han sido elaborados a lo largo de un proceso histórico que va para 2000 años. Desde la primera fecha que parece concretarse en el año 50 o 51 de “nuestra era”, cuando aparece el escrito de la primera carta de Pablo de Tarso (San Pablo) a los tesalonicenses, cientos -¡que decir!- miles, posiblemente decenas o centenares de miles de personas, han hurgado en la historia del cristianismo. Unas pretendiendo conocer la “verdad”, otras comprobar la que le contaban otros e incluso bastantes legitimando la propia, para mayor gloria de ellas mismas. Según esa fecha, que surge por consenso de los estudiosos del tema, faltarán 25 años, para cuadrar la cifra mítica de 2000 años. ¡Que se dice pronto! Parece ser que esa primera Epístola a los Tesalonicenses se escribió en Corinto entre los años 50 y 51 d.C., siendo el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. ¿Por qué no aparece en el Nuevo Testamento como el primer escrito? -Usted hace una pregunta fácil de responder. Pablo en su carta cita a Jesús como el “Cristo” y quienes siglos después tuvieran que leer esa carta no podrían entender a quien se refería Pablo. Por ello los 4 evangelios, seleccionados en Nicea, abren el Nuevo Testamento. ¿Explicado queda? No obstante se podría seguir preguntando, aunque no es el momento, sobre porqué de los más de 80 “evangelios”, solo estos 4 se han elegido como “canónigos”. Miles de preguntas sobre cada aspecto de estos textos cristianos han dado para mucho, sobre todo cuando cada vez se afina más en el estudio de la evolución de los mismos. Investigaciones que se desarrollan especialmente cuando aparecen nuevos textos antiguos como los manuscritos del Mar Muerto. Este conjunto de documentos fue apareciendo durante una década (1946-1956) en cuevas cercanas al mencionado mar. Por otro lado la evolución de la paleografía, el mayor conocimiento de las lenguas que intervienen en la redacción de los textos: el arameo, hebreo o griego, así como las primeras traducciones al latín y el desarrollo de las nuevas técnicas para averiguar la datación de objetos y documentos… abren puertas nuevas a la interpretación de lo que escrito ha quedado.

Cabe reflexionar sobre cómo una figura gigantesca en el universo cristiano como San Pablo apreciaría una plaza de un pueblo cualquiera repleta de imágenes de una mujer adornada con riquísimos tocados y que se presenta como un elemento esencial del culto católico. ¿Es que no bastaba la impresionante figura de Jesús de Nazaret para sostener la fe de los fieles? Pablo en los primeros escritos cristianos no cita a la madre de Jesús. Quienes consulten internet obtendrán alguna “desinformación” sobre este aspecto y por ello conviene leer las cartas de San Pablo para contrastar la misma. Una fe la de Pablo que habla del amor entre hermanos “Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes.” Un Pablo que a la vista de tanta proyección publicitaria religiosa recordaría aquello “Ustedes saben –y Dios es testigo de ello– que nunca hemos tenido palabras de adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. 6 Tampoco hemos ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie,” La misión política del cristiano conlleva una ejemplaridad difícil de mantener y viene a cuento otras palabras de Pablo: “Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios, trabajábamos día y noche para no serles una carga”. O aquellas otras : “Que sea cuestión de honor para ustedes vivir en paz, cumpliendo cada uno sus obligaciones y trabajando con sus manos, de acuerdo con mis directivas. 12 Así llevarán una vida digna a la vista de los paganos y no les faltará nada.” Servidores de la comunidad, eso fueron Pablo o Timoteo. Nada requerían para sí del común, porque con su trabajo vivían e incluso compartían.

¡Que lejos de los mensajes paulinos esas muestras publicitarias de advocaciones! Hay quien podría pensar que a base de aumentar el santoral, la proliferación de “advocaciones” tanto de Jesús como de María, el proceso hacia una idolatría pagana se instaló casi al comienzo de la vida de la Iglesia, aumentando con los años. No ha sido posible encontrar una estadística de santos, santas y vírgenes reconocidas por la Iglesia Católica. No obstante si cada pueblo cuenta con una virgen patrona y sólo en España hay algo más de 8000, teniendo en consideración que algunos pueblos comparte advocación con otros e incluso que en el mismo pueblo pueden coexistir diversas advocaciones, podría esa cifra dar una idea del número de “vírgenes” sólo en España. El cálculo a nivel mundial es bastante más complejo ya que una sola advocación puede estar localizada en múltiples lugares. Por ejemplo la Virgen de Guadalupe está presente en varios continentes: En América, en Estados Unidos, Canadá, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico, Colombia, Perú y Brasil. En Asia en Filipinas. En Europa también hay templos dedicados, como el Vaticano o la Basílica de San Jorge en Praga, República Checa. El enorme entramado de santorales, advocaciones más que facilitar pudiera dificultar el encuentro de quien pretende vivir sencillamente el mensaje de hermandad con quienes le rodean. Podrían preguntarse, quienes de verdad tienen FE en Jesús de Nazaret, si no va siendo tiempo de mudar la piel endurecida por las tradiciones, boatos, liturgias, procesiones y volver a la esencia del amor al prójimo.

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