¿Encierros infantiles? No, por favor


 

Recientemente hemos asistido con estupor al encierro infantil de la Feria de Palmones.  Una faena “familiar” que puede parecer, a priori, inocente, pero que en realidad esconde un trasfondo con muchas menos luces de las que pueda parecer y que asesta un puyazo tanto a la moral, como a la seguridad de las nuevas generaciones.

La estocada mental es alarmante, pues a los pueriles chiquillos se les adoctrina con el mensaje de que, no sólo está bien exponer el pellejo propio ante la empitonada bravura de un astado, sino que, para más inri, se trata de algo entretenido, divertido e incluso deseable.  Mientras tanto, desde la falsa seguridad del tendido, las orgullosas madres agitan sus níveos pañuelos en señal de aprobación, ignorando (o tal vez consintiendo) que en el abonado albero de sus jóvenes mentes se acaba de sembrar la cruel semilla de la discordia, la violencia, la sangre y el maltrato.

No en vano, asistimos en el inicio de los famosísimos sanfermines que la friolera de ocho mozos han tenido que ser trasladados al hospital por sufrir (o disfrutar, según a quién le preguntes) cogidas de diversa gravedad.  Y eso en un solo día.  ¿Serán conscientes las madres palmoneñas de que es posible que alguno de sus niños, niñas (o niñes) puede ser en el futuro uno de estos heridos en los encierros? ¿Se arrepentirán entonces de haberlos llevado a tremendos lavados de cerebro como estos deleznables encierros infantiles?

Cambiando de tercio, es completamente lamentable que estos blanqueamientos y despropósitos se financien con el paseíllo del dinero público.  Los lesivos encierros infantiles de Palmones y Los Barrios están dentro de las licitaciones públicas de nuestro Ayuntamiento, que mirando al tendido hace oídos sordos de las crecientes voces que, cada vez con más vehemencia, se alzan en contra de estos funestos lances.

Pasando por alto el tema del maltrato animal (que en los encierros infantiles no existe, pero igual y vilmente se aplaude), participar en un encierro no debería ser algo divertido ni de lo que sentirse orgulloso, sino más bien todo lo contrario.  Y nuestro amado alcalde se lanza al volapié cada vez que le coge el sitio a tremendísimo despropósito pagándolo con dinero de todos (nos guste o no).  Después, entre pase y pase, se pregunta el porqué del auge de partidos extremistas, cuando desde su presidencia está regando con las dos orejas y el rabo embestidas más propias de tiempos en blanco y negro. Está usted dando capotazos en la batalla cultural, pero se está llevando todas las estocadas.

Señor Alconchel, alguien que se dice amante de los animales no puede seguir promoviendo la violencia y la tortura.  Desde el aprecio que sabe que le tengo, abandone esa querencia al sillón, entre a matar y coja el toro por los cuernos, atrévase a acabar de una vez con los encierros infantiles, salga al quite de las presiones y aseste una estocada a la barbarie digna de los mejores espadas.
Solo así saldrá por la puerta grande.

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