Brota la flor de San Valentín
no en tierra, pero si en la ubérrima huerta que es tu ser.
Sus pétalos son tan bellos
que ningún pintor encontraría tonalidad de color
para reproducir en su lienzo lo que parece celúrico y etéreo.
No quiero que esa flor
la riegues con lágrimas de desilusión,
pues eso supondría marchitar
a la que es inmarcesible y con nada tiene parangón.
Flor de San Valentín,
tú mereces el jardinero del amor
pero nunca permitas, santo bueno, se acerque a ti quien con engaño
solamente desee cortar tu tallo
para luego, riéndose por haberte conseguido,
arrojar tus pétalos al viento y dejarte en el olvido.
Flor de San Valentín,
no eres para colocar en maceta o en el ojal,
tu aroma de sentimientos inunda el alma
porque tú, Flor de San Valentín, eres el mismo corazón
cuando está plenamente enamorado.
Es bello ver a esa Flor,
pero cuando más se disfruta es al saber que la tenemos a nuestro lado
y que no es un premio o regalo,
es que nuestro corazón es un erial sin esa Flor
y con ella sabe que ya no es una y si dos
pues ella es para compartir
y si no se hace así
la Flor o no existe o nunca existió.
La Flor de San Valentín
no brota en primavera en ti,
lo hace en cualquier estación
siempre que exista muchísimo amor.
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