MENUDENCIAS BARREÑAS

La soga toledana

Las “alcarias de dos Barrios” donadas por el duque de Medina Sidonia en el siglo XV a Martín de Bocanegra tenían una soga toledana a su alrededor, sin fijar dicho documento con claridad su significado, longitud o anchura.


Ya hace casi treinta y cinco años que conocí dicha donación, sobre la que Ramón Chamizo publicó en su día lo importante que era para la historia local de Los Barrios (Europa Sur, 1990). Entonces expuse en público un par de trabajos sobre aspectos de la misma (Melilla, 1991; Tarifa, 1992), publicados años más tarde (Aldaba, 1993: 65-93, Almoraima, 1993: 129-136). También en la serie de artículos que quincenalmente estoy publicando en Noticias de la Villa, bajo el título de “menudencias barreñas”, he dado diversas noticias relacionadas con aquella donación. Pero hasta ahora no escribí nada concreto sobre la soga toledana, que es lo que me propongo hacer.

Desde el principio me parecía evidente que la soga toledana era una medida de longitud del terreno que rodeaba ambas alcarias. Con un uso parecido a la llamada tierra calma, que estaba sin cultivar y no tenía previsto plantío alguno. Algo similar al baldío, que también era terreno no labrado, ni adehesado. Incluso quizá al ejido o campo común lindante a un pueblo, también sin labrar, donde pastaba algún ganado vecinal, principalmente mular o asnal, y además allí se podía poner las eras para trillar el grano de sus cosechas.

Lo cual me hacía pensar que tal soga toledana podría tener una anchura amplia y suficiente para cumplir tales fines. Pero también era posible que esa anchura fuese menor y tuviese otro uso distinto, como lugar de paso o servidumbre de ganado. Por ello documentalmente debía averiguar la medida exacta de aquella soga toledana de las “alcarias de dos Barrios”.

Hasta la introducción del sistema métrico decimal en España (1849) hubo multitud de medidas de longitud, con diferentes tamaños, incluso usando el mismo nombre. Unas debían su nombre y tamaño a mediciones hechas con el propio cuerpo humano (braza, codo, pie, palmo, pulgada o dedo). Otras eran más arbitrarias y tenían el nombre del objeto empleado en la medición (caña, vara, cuerda, cordel o soga).

De todas las antiguas medidas españolas, sin duda, la vara fue la más usada y popular entre los siglos XVI y XIX. Pero con frecuencia medía distinto en cada territorio hasta que Felipe II ordenó (1568) que la oficial fuese la “vara castellana” o “vara de Burgos”, cuya exactitud milimétrica es 835’9 mm y se pudo averiguar directamente debido a las numerosas muestras conservadas de la misma.

A partir de entonces la mayoría de las anteriores medidas de longitud se compararon con su dimensión, reducidas a vara o cualquier fracción de ella. Así se decía que la vara tenía tres pies o cuatro palmos (o cuartas), el codo media vara o el cordel en las vías pecuarias mediría cuarenta y cinco varas, entre otras equivalencias.

La soga, en cambio era una medida de uso más raro y dudosa su equivalencia a vara, pues podría ir de 90 varas (Mariátegui, 1876:104) a 8’5 varas del Diccionario de la Real Academia (DRAE, 1970: 1313). Pero quizá el DRAE confunda la soga con la cuerda; la primera incluso se omite por su rareza en la lista de antiguas medidas de la Real Academia Historia (RAH, Observaciones, c.1800, 1898), mientras a la segunda sí consta con tal medida de 8´5 varas.

En el deslinde de Medina Sidonia, realizado en el siglo XIII por Alfonso el Niño, hijo del rey Alfonso X, la soga también difiere de las indicadas. Pues el propio documento precisa que la usada allí “es la soga de diez estadales y el estadal de catorce palmos” (Ladero; Jiménez, 1977 :226). Si el estadal tenía 4 varas o 3’34 m (DRAE, 1970: 579), los 10 de la soga suman 33’4 m, cifra muy distinta a los 7’1 m que suponen las 8’5 varas antes citadas por el DRAE.

Incluso tomando en el deslinde por referente el palmo o cuarta parte de vara y multiplicado por los 14 del estadal y a su vez por los 10 estadales de esa soga, resultaría otra dimensión distinta, de tan solo de 29’246 m. Por lo tanto no es tan fácil reducir con exactitud las añejas medidas usadas en antiguos documentos con las actuales. Además la soga hasta aquí citada debía ser distinta a la soga toledana que es la que nos interesa.

La soga toledana, además del obvio uso en Toledo, en el siglo XVI consta también en las Ordenanzas de Córdoba y en las de Benaoján y Montejaque, igual que en alguna vía pecuaria de Extremadura y del antiguo reino de Sevilla o en la cominería real de las islas Canarias y, por supuesto, en las “alcarias de dos Barrios” en el siglo XV.

La dificultad para conocer la verdadera dimensión de la soga toledana por su rareza y antigüedad, la puso de manifiesto un lector que escribió al Averiguador (15-II-1871: 52), preguntando por la longitud de dicha medida lineal usada en Córdoba a fines del siglo XIV y principios del XVI, sin recibir respuesta al respecto.

Al cabo de los años con respuesta ajena de otro autor intentaré resolver de modo definitivo las diversas medidas atribuidas a la soga toledana, que van desde los 6’50 m equivalentes a 4 brazas (Domínguez Vela, 2008: 135) o 8 varas (Moreno, 1985: 319), hasta los 8 m, quizá por errata al escribir metro por vara (González Jiménez, et alii,  2016: 100).

La respuesta la dio un testigo interrogado en 1519 por la medida de la soga toledana en las Ordenanzas de Córdoba, quien recordó que cuarenta años antes en el muro de la iglesia de su pueblo, la Rambla, estaba marcada su medida de 8 varas y no más. (López Ríder, 2020: 321). O sea 835’6 mm de la vara multiplicado por 8, resulta 6.687 mm, igual a 6’68 m. En otra ocasión diré como quizá esa soga toledana esté vigente en el trazado de alguna calle barreña.

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