Mil quinientos y la cama aparte. Por J. A. Ortega


 

Con la verdad por delante. Por J. A. Ortega. jaortegaxxi@telefonica.net

Aseguran unos que soy un “comprao”. Otros, en cambio, que soy un “vendío”. A ver en qué quedamos, porque no es lo mismo una cosa que la otra, ¿o sí? ¡Qué inteligencia más perspicaz la suya! ¡No sé cómo han podido darse cuenta! Supongo yo que lo dirán porque trabajo en el gabinete de prensa del Ayuntamiento, el de Los Barrios, para más señas, pues, si no, es que no me lo explico. Afirman eso, y más, quienes son en esta población todo un desecho de honestidad, bondad y no sé cuantas más virtudes y aciertan, claro. En realidad, lo que soy es un puto, un puto ser humano, como cualquier otro, ¿o no?, y me prostituyo ?la palabra me encanta, por algo fui gran putañero en otro tiempo?, aunque, por desgracia, no todo lo caro que yo quisiera, más bien a precio de mercado y según lo estipulado en el convenio del ramo, euro arriba, euro abajo, de UGT y de CC.OO. depende, que no de Dios, y del resultado de las negociaciones laborales de este año. Ya me gustaría a mí que se me cotizara más alto, pero ni mis cualidades, si es que alguna tengo, ni mis encantos, que, se me reconozcan o no, me atribuyo, dan para más. A mí lo que de verdad me habría gustado ser es “gigoló”, lo juro, lo que pasa es que la madre naturaleza no fue excesivamente generosa conmigo, y conste que luzco un cuerpecito muy “apañao”, que ya quisiera alguno con la mitad de los 40 por los que ando, modestia aparte, gracias a las palizas que me doy a diario en el gimnasio y a que ni bebo ni fumo porque todo lo que tenía que beber y que fumar me lo bebí y lo fumé en mis primeros 33 años de existencia. Ansioso que es y ha sido siempre uno. Estoy hasta pensando en comprarme un móvil de tarjeta y poner un anuncio en la página de contactos de algún diario comarcal o regional. Grande la tengo desde que era pequeño y mi ex, cada día estoy más convencido, me dejó por eso. Pero no sean mal pensados, que es a esta nariz a la que estoy pegado y no a otro órgano de mi anatomía a lo que me estoy refiriendo. Ni su tamaño me libró de pisar más de una mierda y, aun así, me vanaglorio de ella, pues desde mi adolescencia para acá, que yo recuerde, siempre hizo que me sintiera tan afortunado como don Cyrano. Por cierto, mi tarifa es… la de la playa de Bolonia, el windsurf y el viento de Levante. Ciao.

 

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