“Recuerdos de La Almoraima”, apuntes históricos y momentos personales en una finca carismática

María del Mar Ortega nos ofrece una visión íntima, una historia propia de La Almoraima y su entorno, desde muchas otras historias.


Sentarse con María del Mar Ortega en el patio central de la Casa Convento de La Almoraima para hablar de su libro es lo más parecido a estar de lleno en sus páginas.

Los naranjos sombrean y refrescan la tarde de primavera y los pájaros revolotean en algarabía de árbol en árbol como queriendo enterarse de lo que se cuece alrededor de la obra que descansa en la mesa.

Recuerdos de La Almoraima” vio la luz pública en septiembre de 2023, en los salones de la finca. Desde entonces han sido más de veinte las presentaciones que se han ido sucediendo. Desde municipios más cercanos, Castellar de la Frontera, Los Barrios, Algeciras, Gibraltar… hasta otros más alejados, como Jerez de la Frontera, Sevilla,  Madrid, Badajoz o La Rioja. Tan magnífica obra ha tenido una acogida sobresaliente y muy grata.  A esto hay que sumar la gran acogida entre los muchos sectores que se ven tratados, directa o indirectamente, en el volumen. No en vano, la autora ha sido distinguida por los vecinos de Los Barrios con el Reconocimiento a la Labor Cultural, en el pasado Día de Andalucía, y galardonada con el Premio a la Labor de Investigación por la Asociación Española de Realas, el pasado día 7 de junio, en La Rioja.

Desde los primeros compases de la entrevista ya María del Mar nos deja claro que no pensaba que la obra fuera a coger las dimensiones que finalmente está presentando a todos los niveles.

Nos relata cómo surgió en los días de encierro de familiar de la pandemia del COVID, con los padres en casa y ojeando álbumes de fotos antiguas. Esos ratos y comentarios dieron pie a un primer volumen recopilatorio de imágenes familiares. Estas páginas llenas de experiencias y momentos personales pero mudas, sin textos, invitaban a dar un paso más. Como ella misma nos relata, “le picó un poquillo el gusanillo” y centrada en los trabajos y experiencias de los guardas se propuso recopilar ciertos datos e informaciones con intención de realizar “algo casero, tirando un poquito del hilo, le meto algo de la historia de Castellar… fui sacando alguna información que había en internet… poco a poco fui contactando con vecinos de Castellar, otros guardas, nadie me fue diciendo que no…”. Y de aquellos primeros soplos nació un huracán, la idea que guio toda la obra “por qué no hacer un homenaje a mi padre y, también, al resto de todos sus compañeros”.

A partir de ese momento, María del Mar, una muy inquieta licenciada en Empresariales y Graduada en Filología Inglesa y Francesa, comienza una intensa labor investigadora en la que combina las entrevistas y la recopilación de testimonios de historias de vida de los guardas y sus familias, y otros protagonistas, desplegados en distintos municipios de la comarca y otras provincias españolas,  con la investigación documental en archivos nacionales,  internet, periódicos españoles o gibraltareños e ingleses, consulta de libros, artículos científicos y otros ámbitos.

A la autora le brillan los ojos cuando nos relata cómo inició este periplo, visitando a otros guardas y sus familias “… yendo de la mano de mi padre que era muy buena garantía… y yo seguía y seguía, y como nadie me paraba… hasta que un día di un salto importante y llamé a la Casa Ducal de Medinaceli. Les expliqué qué estaba haciendo, les pareció una idea original y se ofrecieron a aportarme fotografías y material desde principios del siglo XX hasta 1956, año en que falleció el Duque”.

Y tirando de ese hilo que le llevaba traspasó las lindes físicas e históricas de la finca para incorporar su entorno municipal y comarcal. Todos y cada uno de los municipios del Campo de Gibraltar han tenido cabida en la obra. Integrando hechos, acontecimientos, historias, infraestructuras y otras ideas relevantes “… hasta que monté los diferentes capítulos que componen el libro”.

Y veintiuno son esos capítulos, desarrollados en cuatrocientas veintitrés páginas, que atesoran los múltiples encuentros y testimonios, los desvelos y esfuerzos tras las distintas fuentes documentales o el emocionante escrutinio de cientos de imágenes de muy distinto carácter.

María del Mar nos apunta cómo ha “intentado plasmar un punto de vista objetivo al libro, aunque no ha sido nada fácilme he encontrado algunas familias que sí que le costaban un poco más de trabajo que facilitaran información o cualquier documento o fotografía interesantes. Todavía sigue persistiendo en las zonas más rurales de la comarca ciertas reticencias a la información, a contar historias por aquella época tan difícil, sobre todo el periodo de postguerra y el franquismo. Reticencias a abrirse al mundo y contar las historias de cómo se vivía tradicionalmente en el campo… Poco a poco fueron comprendiendo el trabajo que iba haciendo, que no era contar cosas que no se podían contar… y finalmente fueron entendiendo lo que yo estaba haciendo… no fue fácil. Hubo familias que me costaron cuatro y hasta cinco entrevistas hasta que me confiaron algo de información”.

Desde luego el hilo del que tiraba María del Mar era de las mejores fibras y tintado de una profunda pasión.  

Estupendo y realmente profuso material para cristalizar la composición del rompecabezas de sentidos que supone La Almoraima, en sí misma y en sus contextos físico e histórico, que superan los límites de la Comarca del Campo de Gibraltar.

Para la autora “lo difícil fue poner orden a toda la enorme información que me aportaron… Decidí comenzar con la historia de los Medinaceli y a partir de ahí se fue hilando la trama de La Almoraima, la propia, sus dehesas, las actividades dentro de ella”. Más allá de la evolución reciente de su historia como finca estatal o bajo la propiedad de Rumasa, es la Casa Ducal de Medinaceli la que imprime el sello identitario, “de majestuosidad y grandeza… su riqueza natural y una ecología increíbles, y su papel histórico en el mundo de la caza”, que reconoce a la finca. Un sello singular que, con sus luces y sus sombras, ha marcado su paisaje y paisanaje rural de los últimos siglos hasta nuestros días.

Y es ese océano en tierra donde María del Mar ha sabido navegar espléndidamente, dejando que las ideas fueran surgiendo de sus protagonistas (las vivencias, los lugares, las dehesas, el tren, las cacerías…).

De episodios o personajes cotidianos a historias singulares, la autora barreña ha conseguido coser las gentes sin historia con las personas y personajes que la tienen, “que sí aparecen en los libros”. Duques, reyes y reinas y sus séquitos, incluidos figuras singulares como la del célebre cocinero de La Almoraima y su recetario, rivalizan en protagonismo con guardas rurales, corcheros, monteros, rehaleros, carboneros, gestores de montes, “civiles”… y no se sabe quiénes salen vencedores.

En cualquier caso, María del Mar hace hincapié en el factor humano de los más humildes. Realza que “el hecho de ese renombre de La Almoraima se asienta en gran parte la gran labor y el trabajo bien hecho por los antiguos guardas de la finca. Personas que velaban por el bien común, por la finca como si fuera su propia casa, cuidando de hasta los últimos detalles”.

Éstos y otros valores como la sencillez, la naturalidad, la honradez, la generosidad, el valor de las personas o del mundo rural son nociones que la autora hace transitar por toda la obra como la más importante herencia personal recibida de su familia y de La Almoraima que la vio crecer, y que ahora quiere transmitir a los más jóvenes en sus visitas a los centros educativos y otros encuentros, como contrapunto a las concepciones materialistas que hoy parecen imperar.

En cualquier caso, María del Mar se manifiesta muy satisfecha del trabajo realizado. Especialmente, por haber podido integrar en el proyecto a los guardas longevos y sus familias, hacerlos partícipes y protagonistas en primera persona en esta historia. Ha podido apreciar cómo se han sentido valorados. El libro ha sido base para el reencuentro de familias que hacía décadas que no se veían, reviviendo amistades y relaciones de una forma muy auténtica y emotiva”.

 

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