
Pero sí quiero hablarles de héroes, de esas personas que actúan, en un momento dado, de un modo que puede parecer irracional, poniendo el bienestar de otros por encima de la propia vida.
No parece que estos actos elijan a personas concretas ni lugares específicos; sus rostros no muestran rasgos que indiquen que actuarán de determinada manera. La historia de Ceuta nos habla de algunos; en La Línea indagué sobre dos soldados; y ahora, en Los Barrios, también encontramos a un héroe, distinguido con una Laureada.
Ayer, mientras preparaba la quinta entrega sobre la Comisión de Estado Mayor de 1901, el suave sonido del teléfono me avisó de una entrada. Era Antonio Alba, un joven con notables dotes para el dibujo, la escritura y el estudio, entre otras habilidades. Me mostró una página donde señalaba el nombre de un barreño. Le llamó la atención porque desconocía su historia; yo tampoco la conocía. Me pareció interesante y le propuse pasarle información para que él escribiera, pero prefirió que lo hiciera yo y él leerme.
Mientras mis dedos tecleaban cadenciosamente el artículo, mi mente realizaba breves incursiones por terrenos conocidos y abruptos: soledad, sacrificio, penuria y sangre vertida. Los continuos escarceos eran acompañados por otros pensamientos hasta obligarme a cesar y dar prioridad a lo desconocido: a poner cara y vida a la historia.
Como si se tratara de un camino conocido, pronto las pantallas frente a mí se llenaron de archivos, carpetas y subcarpetas, mapas y fotografías, bibliotecas de historia y archivos militares. Pronto se configuró una idea, aunque surgía la duda: ¿realmente era el héroe de Los Barrios?
El certificado de nacimiento del Registro Civil de la villa confirmó que Sabas Contreras del Castillo nació en Los Barrios el 5 de septiembre de 1904, a las ocho de la mañana, en su domicilio. Su padre, Isidro Contreras Bustos, de la provincia de Cuenca, sargento de Infantería de 30 años, y su madre, Vicenta del Castillo Sáez, de Madrid, domiciliados en la calle Alta. (Acta de nacimiento n.º 178, folio 178).
Publicaciones militares confirman que en 1912 Isidro Contreras era 2º teniente de infantería, perteneciente al Batallón de Cazadores de Tarifa n.º 5 (San Roque), con motivo de la concesión de una condecoración.
Sabas Contreras del Castillo ingresó en la Academia de Infantería en 1920, siendo promovido tres años después al empleo de alférez y destinado, con antigüedad de 6-12-1922, al Regimiento Galicia n.º 19 (Jaca). Pronto solicitó su incorporación en Marruecos, siendo trasladado al Batallón Expedicionario de Galicia, que combatía en Melilla, recibiendo su bautismo de fuego el 3 de agosto de 1923 en los altos de Tifaruin, donde fue citado como “distinguido”. En septiembre pasó destinado al Batallón de Cazadores de Madrid 2, combatiendo en el sector de Xauen.
El 10 de junio de 1924 marchó destacado con su sección a guarnecer la posición de Audal, de la que dependía el blocao de Meyahedir, cuya guarnición, el 22 de septiembre, había agotado por completo su dotación de agua y no podía proveerse de ella debido al asedio enemigo. Ante esta situación, organizó un convoy de agua con la fuerza disponible, utilizando cantimploras y dos termos de la posición.
Explorada la disposición de sus subordinados, y presentándose únicamente uno, realizó un sorteo que seleccionó a un cabo y dieciocho soldados. Proveyéndose de un fusil y dotando a cada uno de 250 cartuchos, aprovechó la oscuridad de la noche para emprender la marcha, infiltrándose entre las guardias enemigas y llevando el socorro al blocao de Meyahedir.
Al regresar fueron sorprendidos por un numeroso enemigo y entablaron una violenta lucha que duró hasta cerca del amanecer. El oficial, el cabo y diecisiete soldados murieron; sólo dos malheridos lograron llegar al blocao.
Seis días después, al llegar otro convoy, se encontraron los cadáveres de los primeros, rodeados de gran cantidad de cartuchería vacía. El alférez Contreras presentaba tres heridas: una en la rodilla derecha, que había intentado curar, y dos mortales en el vientre y la cabeza.
Tras juicio contradictorio, por Real Orden de 9 de abril de 1927 se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando. Su padre, capitán retirado y residente en Tarancón (Cuenca), solicitó en 1936 que se le transmitiera la pensión correspondiente, petición que fue aceptada.
Estos episodios reflejan las duras condiciones y el valor de las pequeñas guarniciones situadas en lo alto de colinas: carecían de agua dentro de sus recintos, tenían limitadas reservas de alimentos y municiones, escasos medios médicos y defensivos, y dependían de arriesgadas y costosas operaciones de aprovisionamiento. Sus guarniciones, aisladas y reducidas, realizaban diariamente actos de heroísmo que, al no ser recogidos por los medios de la época, permanecieron prácticamente desconocidos.
Nota: La Cruz Laureada de San Fernando es la máxima condecoración militar española, otorgada por actos de heroísmo extraordinario en combate. Ser “laureado” significa haber demostrado un valor excepcional, poniendo en riesgo la propia vida por el bienestar de otros o el cumplimiento del deber, siendo reconocido oficialmente por la Corona y el Estado.
Fuentes:
- Registro Civil de Los Barrios
- Real Academia de la Historia – Historia Hispánica, Archivo General Militar (Segovia), Sección 1.ª, leg. C-3279
- D.O. n.º 155 de 14 de julio de 1920 – Ingreso en la Academia de Infantería
- D.O. n.º 275 de 7 de diciembre de 1922 – Empleo de alférez de infantería
- D.O. n.º 290 de 28 de diciembre de 1922 – Destino al Regimiento de Galicia n.º 19
- D.O. n.º… 10 de abril de 1927 Real Orden de 9 de abril de 1927 – Concesión de la Cruz Laureada de San Fernando
- D.O. n.º 267 de 26 de noviembre de 1926 – Ascenso a teniente por méritos de guerra a título póstumo, perteneciente al Batallón de Cazadores África 8.
- Periódicos y publicaciones militares de la época: La Voz, La Época, La Acción, Memorial de Infantería, anuarios.
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