En esta ocasión intentaré rescatar del olvido varios nombres de ese tercer arroyo barreño. Por eso me ocuparé de comentar y explicar la razón de la diversidad de topónimos con los que se le llamó. Al menos de los que tengo noticia, cuya identidad ahora casi nadie conoce. Ese arroyo, en los recuerdos de mi infancia, y supongo que también para quienes vivieron o jugaron en su entorno, ocupa un lugar casi inolvidable en nuestra memoria. Lleno de anécdotas y diabluras que merecerían ser contadas en alguna otra ocasión.
Era casi un arroyuelo insignificante que apenas llevaba agua cuando llovía. Estaba al Este de la población. Aunque los niños de entonces no sabíamos trasladar bien sobre el terreno los puntos cardinales que nos enseñaban en la escuela, más allá de la salida y puesta de Sol o tal vez distinguir a medias los frecuentes vientos de levante y poniente con sus consecuencias.
La longitud total del arroyo se podría calcular consultando su trayectoria en cualquier plano con escala, donde se dibuje o cartografíe. Y más fácil aún, visualizando en internet la aplicación de Google Earth, cuya extensión aproximada se deduce entre 950 y 1.000 m.
El punto de partida para aquella pequeña corriente de agua se iniciaba cerca del Calvario Nuevo, no lejos de donde comenzaba el llamado arroyo del Junco. Allí la escorrentía de las lluvias socavó una estrecha fisura no muy profunda en el terreno arcilloso, atravesando el lugar llamado Matadero Viejo, en la confluencia con la calle Corredera. Ahí estuvo el primer matadero municipal de Los Barrios (siglo XVIII), hasta construirse uno nuevo en la vega de Maldonado (siglo XIX). Por ello a veces le siguían llamando arroyo del Matadero Viejo.
Continuaba ese primer tramo del arroyo junto a las cercas y tapias de los patios traseros de varias casas de calle Corredera, hasta los antiguos Lavaderos Municipales, construidos a mediados del siglo XX y actualmente desaparecidos, haciendo esquina con la calle San Isidro, donde estuvo el antiguo pozo de la Reina, ya desaparecido a mediados del siglo XX, pero que fue muy popular y concurrido para obtener agua en Los Barrios desde el siglo XVIII. Así pues es comprensible que al arroyuelo todavía alguien le llamase arroyo del Matadero Viejo, igual que los niños de entonces le nombrábamos arroyo de los Lavaderos. Incluso alguna vez también se le nombra arroyo de la Reina, por el pozo homónimo. Atravesaba luego bajo tierra la calle San Isidro mediante una estrecha alcantarilla o tubería.
Al otro lado de esa alcantarilla comenzaba el tramo intermedio del arroyo, donde tras años y quizá siglos de lluvias, se había excavado un barranco profundo hasta alcanzar un desnivel máximo de unos 30 m. Con brusca pendiente en su margen derecha, en la que al principio de los años sesenta del siglo XX, se excavó un camino que ahora es la calle Doctor Fleming.
Por la margen izquierda, a mitad de su trayectoria, una estrecha y suave franja llana había permitido su transformación en pequeños huertos, como el de “Don Emilio” (en alusión al veterinario municipal Emilio Chamizo Vilches) y el de Juan Gil García, más conocido como del “Señó Juagí” en su forma más castiza y popular, que en alguna antigua escritura notarial se le llamó como “ejido”, es decir, terreno común del pueblo, donde podía pastar con plena libertad algún ganado de los vecinos, principalmente mular o asnal.
De lo anterior se deduce que este tramo intermedio del arroyo también se conociese como el Barrranco y por lo tanto al arroyuelo que lo atravesaba arroyo del Barranco. Dicho tramo concluía al llegar a un puente o alcantarilla que atravesaba la antigua carretera comarcal de Los Barrios a Jerez de la Frontera (C.340), junto al cual estaba la choza de una anciana, cuyo nombre y apellidos ahora no recuerdo, pero popularmente se conocía como Limona. Por eso a este tramo se le llamó arroyo de la Limona y antes arroyo del Tío Catalá, propietario del huerto elevado en su margen derecha, donde ahora está la urbanización del Chaparral, quien podría ser familiar de un capellán de la ermita de San Isidro llamado Francisco Catalán de Ocón, muerto en 1851.
El Ayuntamiento de Los Barrios a finales de la década de los cincuenta y principios de la de los sesenta, proyectó canalizar este tramo intermedio del arroyo mediante una gruesa tubería de cemento, que, si mi memoria no falla, podría tener un diámetro de un metro. La obra se hizo en dos etapas. En la primera desde la alcantarilla de la calle San Isidro hasta la mitad del tramo donde comenzaba el huerto de Don Emilio. En la segunda hasta el puente de la Limona. Posteriormente se vertió tierra encima de esa parte de la tubería hasta alcanzar el nivel actual.
A partir del puente de la Limona comenzaba el tramo final del arroyo, que proseguía como un pequeño regajo con suave inclinación por el Callejón de la Barca, pegado al cañaveral de la Huerta Segunda o de los hermanos Moya (a. Tambores) hasta alcanzar el río Palmones, justo en el lugar donde se amarraba la barca que permitía atravesar dicho río por una módica cantidad de dinero.
Recientemente, gracias a una referencia que me comentó Gely Ariza, he podido identificar otra denominación del arroyo que hasta ahora desconocía, que consta en un plano de Los Barrios de 1909, con el nombre de arroyo de la Harina, sin duda, por la fábrica de Harina de Cristóbal Salazar Roncero, que en esa época estaría en uso y en cuyo solar se ha construido la Residencia de Mayores San Ramón Nonato. Para concluir es posible que aún exista algún otro nombre del arroyo, que ignoro. Pero son demasiados nombres para un arroyo tan pequeño.
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