Obituario

Fallece José Tomás Tocino González

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“A pesar de los achaques de mi avanzada edad y a pesar de las secuelas de aquella intervención de vejiga que sufrí hace unos años, estoy dispuesto a seguir viviendo cada uno de los minutos que me queden”. No me sorprendieron, ni mucho menos, esta ilusionada confidencia que José Tomás me hizo hace unas semanas. Hombre soñador y creyente esperanzado, este barbateño cordial y espontáneo -imprimiendo a su andadura un ritmo propio- fue capaz de explorar distintos senderos según el itinerario que, en cada encrucijada, determinaba seguir. Vital y vitalista, nacía y renacía todos los días, independiente y generoso, poseía, padecía y disfrutaba de una insaciable hambre de libertad, de cultura y de solidaridad. Alegre y entusiasta, se esforzaba por explorar las esencias y por llegar al fondo y al trasfondo de las cosas, a la vida sentida, compartida, vivida con sencillez, con naturalidad y con autenticidad: como una conducta, como una tarea y como un compromiso, por eso establecía con las gentes con las que convivía una triple parentela la sanguínea, la imaginaria y la evangélica. Por eso fue descubriendo que lo seres humanos somos realidad y, también, imaginación abierta a las grandes mudanzas, al amor y a la libertad.

José Tomás Tocino González

Como creyente en Jesús de Nazaret y como sacerdote, José Tomás ha sido un radical insatisfecho y un partidario de la libertad, de la justicia y de la solidaridad hasta las últimas consecuencias; un acompañante de los humillados y un defensor de los ofendidos. El otro día me evocó con detalles sus estudios en el Colegio Salesiano de Campano, en el Seminario de San Bartolomé y en la Escuela de Enfermería. Me recordó sus experiencias como coadjutor en la Parroquia de Santiago de la Línea de la Concepción, Párroco del Corpus Christi de Algeciras y Párroco de la Palma de Cádiz. Me detalló las lecciones aprendidas durante el ejercicio de su profesión de Ayudante Técnico Sanitario en el Hospital Universitario “Puerta del Mar”, como Presidente de la Asociación de Padres del Colegio Amor de Dios y como Catequista de Adultos en las Parroquias de Puntales y Loreto. Pero, sobre todo, me repitió que las lecciones más importantes las ha aprendido de Antoñita y de sus tres hijos -Isabel María, Mónica Gracia y José Tomás. Con ellas somos muchos los que compartimos los sentimientos de gratitud por su generosidad y de pena por su fallecimiento. Que descanse en paz.

 

 

 

 

 

 

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