NOVENA PROVINCIA

Me lo dices o me lo cuentas

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Vuelve Europa a dar síntomas de ser un pollo sin cabeza que actúa por reacciones más pasionales que cerebrales. Un mal del que no se libran cancillerías que hasta no hace mucho entendíamos que tenían un plus de racionalidad y coherencia.

Me refiero a las políticas migratorias, vinculadas a su vez a cuestiones de seguridad nacional. Y ya de entrada el planteamiento es peligroso, porque por más que se insiste en desvincular la inmigración de la delincuencia, después llegan los ministros de turno y, ya sea explícita o implícitamente, refuerzan ese vínculo.

Italia y Alemania están caminando por carreteras diferentes ante un fenómeno común. El Gobierno de Meloni está negociando con Albania crear campamentos gigantescos en los que recluir a los migrantes que llegan a sus costas. No es una fórmula nueva y en muy pocas ocasiones ha dado buen resultado. Se trata simplemente de aferrarse al viejo principio de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Así, para que los migrantes no sean un problema para los italianos, se tira de talonario y se le paga a un país pobre para que haga de gueto.

Sorprende que sea Albania, pero está claro que su necesidad económica lo lleva a entrar en ese juego, y digo que sorprende porque durante décadas los albaneses emigraron a Italia en busca una vida mejor, de manera que ellos saben muy bien de qué va eso de desplazarse a otro país para sobrevivir.

En cuanto a Alemania, el Gobierno de Scholz -ojo, de izquierdas- extrema el control de los migrantes y endurece las condiciones para conseguir asilo. Lo hace guiado abiertamente por un principio de seguridad y tras varios casos en su país de ataques indiscriminados protagonizados por personas que llegaron como inmigrantes irregulares, cruzaron fronteras de varios países y recalaron finalmente en Alemania.

Todas esas políticas aisladas se entienden desde el nerviosismo y como reacción a la presión de un segmento de la población, pero no son eficaces. El fenómeno migratorio es global y la respuesta debe serlo. Y si es en origen, mucho mejor. Alemania, que se sienta en grandes foros como el G7, debería presionar en esas instancias para que las regiones emisoras de migrantes, como África, no sean solo un lugar al que ir a expoliar sus recursos naturales. Como tampoco es garantía de éxito crear guetos en países subvencionados, porque eso es sencillamente retrasar una explosión social de protesta que llegará más pronto que tarde.

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