El verano de las medusas, por A. Tomás


 

La canícula agosta el paisaje y el canto chirriante y monótono de la cigarra reina en el paisaje costero, tras diecisiete años de vida hipogea. Cientos de huellas de rodadas y pisadas nos conducen a bulliciosas playas, atestadas de bañistas habidos de un relajante baño. Marabunta turística que anuncia su presencia playera con cientos de multicolores sombrillas y olores a bronceador, sudor y tortilla de patatas, que rivalizan con el resinoso olor de los pinos, el dulce aroma de las adelfas y el pegajoso salitre. Holístico connubio de esencias y tópicos de un verano que ya se nos va, pero que más de uno recordará como el verano de las medusas.

Estos seres de estructura gelatinosa y reacciones urticantes, se han hecho dueñas de nuestras playas y pieles durante esta estación solariega al socaire de las mareas. Su invasión callada pero constante, ha llegado a ser legión, cerrando playas al baño, no sólo en nuestra Comarca, sino a lo largo y ancho de toda la costa española. Cuando la arena arde bajo nuestros pies y la tarjeta visa quema nuestros bolsillos, más de uno se pasea con sigilo por la orilla marina, perdiendo la vista en la reverberación de las prístinas aguas en busca de las sombrillas carmesí de la Pelagia noctiluca. Mientras Julian Assange se desespera en la Embajada de Ecuador en Londres o el Curiosity nos envía las primeras imágenes de Marte, más de uno siente en sus desnudas carnes los arpones urticantes de estos seres abisales, que tanto usan la ponzoña para alimentarse como para defenderse.

Mucho se viene comentado el asunto, pero lo cierto es que su presencia será más habitual de lo que desearíamos, pues han venido para quedarse. Estas invasiones “bloom” se producen por un conjunto de causas en las que siempre esta presente la mano humana, como por ejemplo la polución marina, el incremento de nutrientes ( fertilizantes ), el aumento de la temperatura del mar por el cambio climático, los cambios de corrientes marinas o la sobreexplotación pesquera. Se están eliminando los atunes, tortugas marinas, rayas y tiburones que se alimentan de estos invertebrados, lo que hace que se reproduzcan por doquier, ocupando un nicho ecológico que no les pertenece. A nivel mundial ya existe más biomasa de medusas que de peces y sólo tenemos que ver las millones de medusas que anualmente colapsan las centrales térmicas y plantas desalinizadores de Oriente Medio y África, o las toneladas que destrozan las redes de los pescadores chinos, japoneses y coreanos, algunas de gigantescas dimensiones, como la medusa nomura ? Nemopilema nomurai ? que supera los dos metros de envergadura y más de trescientos kilos de peso. Volviendo a nuestras maravillosas playas, la invasión de estas criaturas del limo deriva de las causas citadas y de la estacionalidad. No podemos olvidar que este año la calidez primaveral y la ausencia de lluvias ha propiciado una explosión demográfica de estas criaturas. Cuando llueve con abundancia, el aporte de escorrentías y ríos al mar provoca un cordón costero de agua dulce que disminuye la salinidad marina superficial, lo que afecta a la flotabilidad de las medusas, que terminan hundiéndose en el fondo y muriendo de inanición. El aumento de medusas no sólo provoca picaduras, sino que anuncia un cambio en el medio marino. Su gran número afecta también a la pesca y la cadena trófica marina, pues se alimentan del zooplancton y crustáceos de los que se alimentan los peces, además de capturar la freza y los juveniles de aquéllos, evitando su crecimiento y colapsando la pesca de muchas especies. Por si fuera poco su masiva mortandad provoca la acidificación de los océanos, acelerando a su vez el calentamiento global.

No todo es negativo en la vida de las medusas. Recientemente se ha descubierto que la propulsión y agitación palpitante de estos seres ayuda a mezclar el oxigeno, nutrientes y las demás sustancias disueltas en el agua marina. Se utilizan en la gastronomía oriental y de las mismas se fabrican piensos, compost y abonos agrícolas. Científicos españoles están estudiando la utilidad de especies como Cotylorhiza tuberculata o Rhyzostoma pulmo, no sólo para el consumo humano, sino para la cosmética, ya que poseen una alta concentración en colágeno.

Pero donde quizás más han ayudado a la humanidad estos gelatinosos seres es en la química y la medicina. De las medusas y sus toxinas se extraen componentes para medicamentos y con su genética se ha avanzado mucho en los alimentos transgénicos y la clonación. Quiero destacar sobre todo el descubrimiento de la proteína verde fluorescente que hace bioluminiscentes a las medusas por parte de los químicos Osuma Shimomura, Martin Chalfie y Roger Tsien, y que les valió el Premio Nobel de Química 2008. Este gen bioluminoso ha sido la panacea médica, ya que hace visibles procesos biológicos antes invisibles al ojo humano; se pueden visualizar tumores cancerosos; mostrar el desarrollo del Alzheimer en el cerebro o el crecimiento de bacterias patógenas – entre otras bondades. La luminosidad de las medusas, luciérnagas marinas, que se revela con la luz azul o el espectro ultravioleta, ya se había descrito por primera vez en la Naturalis Historia de Plinio El Viejo (año 77 d.C). Unas medusas que en la época clásica griega alimentaron el mito de la Gorgona, monstruo del inframundo que petrificaba con su luminosa mirada y cuya cabeza en vez de cabellos poseía serpientes. Como relató el poeta romano Ovidio en su Metamorfosis, y anteriormente Homero en su Ilíada y Odisea, la Medusa fue decapitada por Perseo en su eterno viaje, utilizando éste su cabeza como arma en sus epopeyas y viajes posteriores. Ovidio también describe como Perseo convirtió con la medusa en piedra al titán Atlas – condenado a soportar la bóveda celestial sobre sus hombros -, tras negarle hospitalidad – éste es según la mitología griega el origen de la Cordillera del Atlas norteafricano -. Tras esta afrenta Perseo retornó a Grecia, y las gotas de sangre de la Medusa que cayeron al mar, se transformaron en las gorgonias que habitan las lajas submarinas del Mare Nostrum. Ya en tierras jónicas, Perseo entregó la cabeza de la bestia a la diosa Atenea, que extrajo su sangre y se la entregó al dios de la medicina Asclepio. El galeno pudo comprobar como la sangre que manaba del lado izquierdo del cuello de la Gorgona era un potente veneno, mientras que la que fluía del derecho tenía el poder de curar y resucitar a los muertos. La mitología no andaba muy lejos de la realidad, la cura o el veneno sólo es cuestión de dosis. Y hablando de veneno, si nuestras medusas provocan graves picaduras, otras tropicales como la cubomedusa o avispa de mar – Chironex fleckeri – son mortales, ya que sólo un gramo de su veneno mata en menos de tres minutos a sesenta personas. Parece paradójico, pero anualmente mueren más personas por el ataque de las medusas que por el de los tiburones. Sólo la cubomedusa, el ser más venenoso del mundo, ha provocado más de seis mil muertes en todo el mundo desde los sesenta.

Para rizar el rizo, y para su conocimiento, sepan que las medusas también están sirviendo a la robótica y la cirugía médica. Actualmente el bioingeniero norteamericano Kevin Kit Parker ha creado una medusa robótica compuesta por silicona y células del corazón de ratas. Tras crear el animal artificial, ha conseguido que viva y nade en un tanque, gracias a una descarga eléctrica. Esta medusa Frankenstein está sirviendo para comprender la base del bombeo biológico del corazón humano. Ese palpitar que se pierde en la noche de los tiempos y nos mantiene vivos, servirá para mejorar los transplantes y la creación futura de corazones artificiales.

Claro que todo esto no lo tiene en la mente ese estoico bañista que a saltos se interna en el agua y piensa que le han fastidiado las vacaciones esos bichitos acuosos que se derriten al sol, pero el influjo de estos seres hace más verde la lechuga que se come y enriquece de colágeno esa crema tan cara que se ha echado por todo su cuerpo. Pequeños seres de las corrientes que no respetan a nadie, y lo mismo pican al rico del chiringuito y arroz con bogavante como al parado de larga duración con sus filetes empanados.

El día cesa y ya se van retirando las masas sobre sus pasos, sin saber que las pequeñas sombrillas seguirán ahí, al albur de las corrientes. Desfile de cuerpos para todos los gustos, gruesos y musculosos, vestidos o desnudos, en los que no hallará modelo Jean Auguste Dominique Ingres para su cuadro El Origen del Mundo. Los tiempos, los estilos y las modas cambian, pero ellas permanecen esperando ser pintadas por Dalí, esculpidas por Bernini o ser redescubiertas por la curiosa Ciencia.

Cuando Plinio elucubraba sobre el verde ominoso de las medusas que avistaba en su Bahía de Nápoles, ya sabía de su ponzoña, pero lo que desconocía es que escondían un secreto más profundo que hoy sólo alcanzamos a soñar : la inmortalidad. El descubrimiento reciente de la medusa Turritopsis nutricula – de apenas medio centímetro – ha revolucionado los dogmas de la ciencia y la vida, ya que al alcanzar su etapa madura, vuelve a regenerar todas sus células. En resumidas cuentas se trata de un ser que nunca muere, que es eternamente joven e inmortal. ¿Hallarán los científicos el gen de la inmortalidad?. Es curioso que un ser tan pequeño sin cerebro nos arrebate el sueño de la inmortalidad y abofetee nuestra arrogancia egocentrista. Mientras el futuro nos reserva más sorpresas, seguiremos petrificándonos con sus picaduras y deleitándonos con su grácil hermosura.

” Si no muriéramos no apreciaríamos la vida como lo hacemos “

Jacques ? Yves Cousteau, Oficial naval francés, explorador e investigador de la vida marina.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
09 noviembre 2025 | Gonzalo Suarez Garcia
La verdad sobre la melatonina: ni milagrosa, ni peligrosa
 
09 noviembre 2025 | Patricio González García
Cuando el sabio señala la luna…
 
06 noviembre 2025 | Rafael Oliva
¿Qué es privatizar?
 
31 octubre 2025 | Patricio González García
Descansen en paz