Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)
La llegada de Podemos como formación política al panorama electoral ha suscitado multitud de reacciones. Un conjunto de ellas pretenden deslegitimar, enturbiar, denostar, infravalorar… la existencia de este grupo político (ahora sí, una vez constituido como tal). En ocasiones se han escuchado argumentos relacionados con el ascenso de los fascismos o regímenes totalitarios en la historia contemporánea. Se llega a invocar el trágico recuerdo del ascenso al poder de Hitler, como si de una aberración democrática se tratara. El desconocimiento de la Historia permite, no sólo repetir los errores del pasado, sino, y sobre todo en este caso, manipularla, de forma que se influya en el ánimo de los futuros votantes para hacerles desistir de que apoyen a PODEMOS.
Bastan para deshacer el entuerto interesado y envenenado dejar sentado que Hitler, nunca fue elegido para gobernar por el pueblo alemán. Llega al poder por un apaño político, por una de estas “negociaciones” entre partidos que pretenden, nada más y nada menos, derrocar al entonces efímero presidente de gobierno Schleider, que denuncia la conjura y fraudes financieros que han beneficiado al clan familiar del general y presidente de la república en esos momentos Hindemburg (¿suena de algo?. Estos fraudes los había favorecido el anterior Canciller, Von Pappen, aliado desde hace meses con Hitler y otros contra Schleider. Este escenario, de gobiernos corruptos y de pactos secretos entre partidos, para dar golpes de estado, unido a la presión violenta en las calles de las SS y SA (nazis), es el que permite comprender por qué Hindemburg, tratando de evitar su ruina, proclame a Hitler canciller de Alemania el 30 de enero de 1933, siendo vicecanciller ¡oh, sorpresa! el nacionalista y católico Von Pappen.
En las elecciones presidenciales, celebradas 7 meses antes, Hitler obtuvo sólo el 15% del sufragio y su partido en las elecciones al parlamento, dos meses antes, obtuvo 196 de los 584 diputados electos. No es posible esgrimir que las urnas dieran el poder a Hitler, es más, ni siquiera gobernando en Alemania por designación pudo impedir que en marzo de ese año, en las siguientes y últimas elecciones al parlamento, su grupo NO fuese mayoritario, ya que fueron elegidos 288 diputados nazis frente a 647 que lo componían. El no poder gobernar en mayoría provoca que Hitler de el golpe de Estado definitivo, utilizando la quema del edificio del Parlamento y la detención, esa misma noche, de más de 4000 comunistas y opositores al nazismo, entre ellos los 81 parlamentarios comunistas. La estratégica del Golpe de Estado perpetrada por los nazis ya fue contada. El recurso al miedo al porvenir, haciendo comparaciones erróneamente históricas, pretende, envenenando, paralizar los cambios y sobre todo legitimar el nefasto presente.
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