
La expectación era palpable en la estrecha calle, donde una vivienda destacaba por su espectacular y minuciosa ambientación. La fachada se convirtió en un escalofriante escaparate, dominado por un montaje de esqueletos, criaturas aladas, calabazas macabras y telarañas que cubrían cada rincón. La iluminación estratégicamente anaranjada y roja intensificaba la atmósfera de ultratumba, con figuras como un gran esqueleto de dinosaurio de ojos rojos a pie de calle o un gran espantapájaros tenebroso recibiendo a los transeúntes.
La vecinos, adultos y niños en gran número, muchos de ellos disfrazados, se agolpaba frente a la casa, que atestigua el arraigo de esta celebración. El evento combina la festividad de Halloween con la tradición andaluza de Tosantos, ha demostrado ser un punto de encuentro ineludible para la comunidad, atrayendo a curiosos que deseaban sumergirse en la fantasía y el miedo festivo de la noche.
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