Si no fuera porque estamos hablando de vidas humanas y además de niños, que como bien dice el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, «no son ni cajas de fruta ni de agua», lo que ha ocurrido esta semana a cuenta de la inmigración podríamos calificarlo de auténtico sainete, porque desde que arrancó el lunes la situación ha sido bastante absurda y disparatada. Iría incluso más allá y diría que el sainete lleva meses representándose a cuenta de declaraciones cruzadas y partidos a los que solo les interesan sus votos, ni Canarias ni los canarios y mucho menos los inmigrantes, que se han convertido en un auténtico problema para las administraciones, en una pelota que se pasan unos a otros. En un «pim, pam, pum», como dijo ayer Clavijo.
El lunes Clavijo salió con fuerza, mucha, para anunciar que iba a abrir un conflicto legal con el Estado a cuenta de los menores y la dejación que estaba haciendo de funciones para atenderlos. También advirtió que Canarias no iba a acoger a más menores si no se seguían los protocolos y trámites por parte del Estado a la hora de que entregarlos la policía o Salvamento. Por la tarde ya aflojó un poco su discurso y al día siguiente nos enteramos de que Ceuta se descolgaba del frente común planteado por Canarias para exigir soluciones al Estado. En la ciudad autónoma se han reducido las llegadas de forma sustancial en los últimos días por un mayor control en Marruecos y Juan Vivas, el presidente de Ceuta, no quiere molestar a Madrid ni a Pedro Sánchez, que son los que piden al otro lado de la frontera que se extreme la vigilancia.
En medio de esto aparece el Estado, haciéndose el loco, como si la cosa no fuera con él. «Perplejo» estaba, como dijo la ministra Pilar Alegría, ante la dureza de la propuesta de Clavijo, que como es lógico está desesperado de que le tomen por el pito de un sereno. También le dijo Alegría que los menores son competencia suya.
Y ya, la guinda al pastel la puso ayer el director de Frontex, que dijo en el Parlamento Europeo que, aunque están preparados para entrar a controlar las fronteras y ayudar a Canarias en la crisis migratoria que sufre, aún no lo han hecho porque el Gobierno de España no se lo ha pedido. No me digan que no tiene todos los ingredientes de sainete o de película de Berlanga. La cosa es que la migración no es algo gracioso, cómico o divertido. Es un drama que afecta a miles de personas.
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