Ignoro cuál es exactamente el patrimonio personal o familiar de Juan Sandubete, pero lo que sí sé es que cuenta con una nómina mensual lo suficientemente alta como para gozar de una situación holgada y envidiable producto de su trabajo y su esfuerzo y sin necesidad de recurrir a ilegalidades. Con esa remuneración ya de todos conocida seguro que hasta a más de un manirroto y cabeza loca de los que yo me sé le podría bastar un par de destellos de lucidez para tener al menos tanto como lo que tiene él. Con menos ingresos debidamente justificados hay a quien le luce mucho más el pelo y también quien ostenta en mayor cantidad y medida que el gerente de Iniciativas, colocado en la picota ahora y convertido en víctima propiciatoria de la situación provocada, por “ciertas diferencias de criterio”, según se dice, en la que se desenvuelve el PSOE barreño.
Otra cuestión es la de opinar si lo que Sandubete gana es excesivo o no lo es. A mí me consta que en más de una ocasión le ha sacado al Ayuntamiento las castañas del fuego. Desde luego, yo conozco a muy poca gente, pero que muy poca, por no decir a casi ninguna, que esté satisfecha con su sueldo y no aspire a más y todavía conozco a menos gente, por no decir a ninguna, que renuncie o haya renunciado a incrementos que se le hayan ofrecido por considerarlos inmerecidos, aunque seguro que más de uno habrá, que de todo hay en la viña del Señor, santos incluso.
En temas de este cariz, como en otros muchos, a los seres humanos nos resulta casi imposible no caer en la hipocresía y la demagogia fácil y barata. No estoy muy convencido, pero si mañana me ofrecen un salario de unos 7.500 euros al mes lo mismo me lo pienso antes de aceptar. Habrá que ver lo que llegan a hacer algunos el día que alcancen el poder, si es que lo logran, y habrá igualmente que estar muy pendientes de los emolumentos que entonces se asignan, si es que la legislación sobre este menester no cambia antes, lo que es muy probable y sería, además, deseable.
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