¡Ay, María Jesús, María Jesús!


 

Vivimos en una sociedad donde lo absurdo y lo soez triunfan en el alma de la masa mientras que se ovaciona, al grito de “muerte”, a la razón, la civilización, la libertad (real) y  la educación, valores fundamentales e indispensables para construir una sociedad sana en su fondo y en sus formas. Vivimos en una sociedad, en definitiva, que prima los sentimientos sobre los hechos, la opinión personal sobre la Verdad, la estupidez sobre la inteligencia y el populismo sobre la sensatez y la rigurosidad.

En una especie de reunión perfectamente coordinada se citan lo más estúpido y ridículo del ser humano con la ministra María Jesús Montero, vicepresidenta primera del desgobierno de España y capitana del despropósito y el sectarismo, imagen real y radiografía del actual Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En esa reunión, ambas partes, Ministra y el elenco de estupideces humanas, nadan como pez en el agua.

En un mitin de su partido, la señora Ministra daba su opinión sobre el famoso caso Dani Alves que, recientemente, ha sido absuelto de un delito que nadie ha logrado demostrar. La Ministra incendió las redes sociales y la opinión pública porque abogó por fulminar de un plumazo la presunción de inocencia, uno de los pilares fundamentales de nuestra Democracia y Estado de Derecho. Con este principio, una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, esto es, su culpabilidad. De lo contrario, si en un juicio no se ha podido demostrar y probar la culpabilidad del acusado, quiere decir que esa persona es inocente. Sea quien sea. La denuncia, señora Ministra, debe ir acompañada de pruebas y, quien las valora, es un tribunal, no usted. 

La conclusión que saco de todo esto es que esta es la gran tragedia de la Democracia: que cualquiera puede obtener el poder y contar con la legitimidad en las urnas, hasta María Jesús Montero.

Esta señora pone en evidencia que el verdadero peligro que amenaza a una sociedad, no es la corrupción, ni la droga, ni la falta de valores sino la estupidez y, ésta, adjunta a un cargo de responsabilidad. De esta manera, estupidez humana y poder en el gobierno de un pueblo, son los dos ingredientes necesarios para crear una masa social mediocre y aborregada y, a la par, el caldo de cultivo para que nazcan políticos de la talla de María Jesús Montero, la segunda de una larga lista presidida por el líder de la demagogia y la mediocridad, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

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