Nunca se te ha quedado cara de tonto cuando hay un grupo de personas hablando sobre tu actividad laboral y por dentro dices 😕 ¿Pero de qué van? A día de hoy toda conducta o actividad es susceptible de ser reglada, normalizada y teorizada, por tanto, un señor que no tiene ni puta idea de cómo cultivar habichuelas puede dar un simposio sobre la siembra de la habichuela y dejar de bruces al agricultor más pintado.
Es muy interesante la siembra de la habichuela de salón, es elegante, es una siembra limpia, no te manchas, no sudas, no doblas la espalda e incluso, por un momento, los asistentes se pueden imaginar 5 minutos subidos a un tractor, vestidos de Armani. Es hasta glamuroso.
Pero debemos reflexionar, que, aunque seamos capaces de teorizar todo, ¿porque no le damos un hueco al agricultor que lleva año tras año sembrando habichuelas?
Muy probablemente nos dé una perspectiva más cercana, humana y con más sudor, aunque no sea tan glamurosa, pero nos daría una visión real de las vicisitudes que conlleva la siembra de la habichuela.
O por ejemplo, cuando los expertos hablan del hambre en África, normalmente no hay nadie de África en la tribuna de oradores y que pueda explicar su experiencia real y veraz. Quizás en las oratorias de salón, no interesa participantes que se expresen incorrectamente o no sean políticamente correctos y puedan no ser del agrado de los asistentes, que son realmente la parte mas interesante de la ecuación.
Muchas de las charlas de salón solo tienen dos finales, uno, ponerse medallas entre los oradores y la segunda, la más popular, aprovechar estas teórico-charlas, para intentar conseguir fondos públicos para que empresas afines, realicen proyectos de asesoramiento o implantación de algún producto o servicio a precios muy por encima de mercado. Por eso la importancia de seleccionar a los asistentes a estas “charlas”, es al que hay que venderle la moto.
Cuando veo que hay ponentes que tienen más títulos que experiencia, miedo me dan, y solo me indican que seguro hablarán muy bien, pero no me van a solucionar nada.
No concibo que alguien hable de mi actividad profesional sin que se halla previamente remangado las mangas y halla sudado.
Que viendo el toro desde la barrera sea capaz de saltarse mis 25 años de experiencia.
Se me queda cara de tonto.
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