Carta a un docente: Sobre el tiempo de trabajo y los trabajos voluntarios, por R. Fenoy


 

Entiendo lo que dices sobre la sobrecarga horaria semanal, sobre todo en casa, y la prueba está en que esta soleada mañana de sábado muchas personas como tú y yo estamos donde estamos, escribiéndonos.

Cada profesional cuenta, de momento, con 35 horas (pagadas) para hacer lo que profesionalmente cree debe hacer. Unas tareas son mandadas, y otras uno se las manda porque entendemos que esto de la educación es algo muy distinto a otras “nobles profesiones”.

La mirada de las niñas y niños nos requieren, quizás porque en nuestro código genético llevemos el imperativo de ayudar. Lo cierto es que, como otros animales gregarios, unos cuantos especímenes nos dedicamos al cuidado de quienes se quedan en el nido, de los pequeños y pequeñas. Salud, protección y educación son los ámbitos donde millones de seres humanos dedican sus vidas en bien de la colectividad, de la comunidad.

Por ello las 35 horas son para eso. Es cierto que la norma habla de 30 horas de obligada presencia en centros. Lo de aumentar horario a cambio de más dinero, siempre necesario, me parece muy secundario y sólo podría afectar a docentes que, por extrema necesidad, tuvieran que seguir trabajando de forma particular para completar el dinero mensual que necesitan. No conozco ningún caso, pero es posible que los haya. Al mismo tiempo los compañeros del sindicato siempre hablamos de tiempo de trabajo y no tanto de dinero (planteamos eso sí la justa homologación salarial en todo el estado). Porque tenemos que vivir y eso requiere tiempo, aunque no lo parezca. Los déficits de horario para atender debemos traducirlo en aumento de plantillas. Si ajustando el tiempo de trabajo todavía quedan muchas cosas por hacer, es que falta gente. Igual las plantillas haya que aumentarlas.

En la exposición de la experiencia sobre la participación de voluntariado se me ocurrió, pero decidí no expresar la ocurrencia porque nos llevaría a un terreno muy distinto del objetivo del encuentro. Este encuentro me pareció muy interesante, en cuanto se ofrecen testimonios, no sólo ideas, de que se pueden hacer mejores cosas y de esta forma mejorar la educación de todas las personas que formamos las comunidades educativas.

El tema del voluntariado tiene aristas, muy difusas pero aristas al fin y al cabo. Un ejemplo: se atiende a niñas y niños enfermos en sus casas por personal “voluntario” a través de subvenciones que recibe una asociación (ONG) determinada. ¿Estamos ante un fraude en la contratación de un verdadero puesto de trabajo? ¿Hasta dónde la voluntad y hasta donde la contratación? En tiempos críticos con más de 5 millones de personas sin empleo, parece evidente que toda actividad que se pueda realizar por personas trabajadoras no puede ser sustituida por voluntarias. A fuerza de utilizar el voluntariado las distintas políticas sociales y educativas han abandonado la contratación de personas que son necesarias. ¿Cuántos prácticos desarrollan un puesto de trabajo no remunerado y más aún sin contrato ni seguro?

Esto en modo alguno invalida que las familias colaboren con el centro, pero hay que tener mucho cuidado en convertir puestos de trabajo en acciones voluntarias. Llevando al absurdo para que se visualice mejor podríamos tener menos maestros y maestras y más voluntarios y voluntarias. Voluntariado que se debería exigir para dedicarse a la política o la acción sindical (algunos sindicatos contratan a sus delegados y delegadas llegando a tener convenio colectivo propio y comités de empresa en su seno) ¡Cuánta contradicción! Pero si se piensa en términos de gestorías políticas o sindicales todo, incluso eso, cabe.

Se nos paga por hacer nuestro trabajo. Por ello, (y por las anteriores consideraciones) todas las compañeras y compañeros debemos asumir la obligación social que supone ayudar a nuestras alumnas y alumnos de la mejor forma posible utilizando el tiempo del que disponemos de la mejor manera.

Si todas las personas que en esto de la docencia trabajamos pusiéramos el interés necesario en esas 35 horas, probablemente tu jornada o la de otros miles de personas, no llegaría nunca a las 50 horas semanales que me comentas y sé que haces. Pero mientras esto es así, los centros pueden legalmente concretar el tiempo de trabajo en función de sus necesidades. Cabe la posibilidad de acumular en varias semanas horario extra y descontarlo de otras con menos necesidad de preparación de actividades. Creo que todo ello no es nuevo para ti pero podrías compartirlo con el grupo de trabajo del proyecto.

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