En sus trescientos años de historia, Los Barrios nunca había tenido una alcaldesa hasta ahora, pero después de lo vivido también es mala suerte la que nos ha tocado. Quizás hubiera venido bien esperar otros tres siglos.
No lo digo por las mujeres, tan capaces o más que los hombres en intelecto, sino por el ejemplar que cayó en el sillón de la alcaldía, tan carente de materia gris como de sensibilidad. Es la petulancia en persona. ¡Qué mal fario!
Y es que Franco sigue viviendo en el interior de más gente de la que parece. Qué digo Franco, Pol Pot. Hace poco escuchaba a alguien comentar que podemos darnos con un canto en los dientes de que la actual inquilina de la alcaldía sea la regidora de un pueblo en un estado de derecho, porque si gobernase algún país de tercera fila las consecuencias podrían ser imprevisibles.
Tomó posesión como alcaldesa el 27 de junio. Si se añade el tiempo que estuvo en funciones al frente del ayuntamiento alcanza con suficiencia los cien días de gobierno, ese periodo de cortesía que se concede a todo gobernante a pesar de que no proceda con el mismo trato respecto a sus administrados.
Para que comenzase con buen pie y cubriese con éxito los dos años que faltan hasta las próximas elecciones municipales le organizaron una mayoría absoluta y le dejaron ingresos suficientes para pagar la nómina de los primeros meses.
Desde entonces, lo más significativo de su gestión es que no la hay. Desde que llegó se ha obsesionado con las fotos y con llevarse mal con todo aquel que podía ayudarla, creando situaciones absurdas y hasta de acoso, tanto político como laboral, debido a ese extraño carácter suyo en el que se mezclan el infantilismo, la prepotencia y la mala leche.
Lo más reciente ha sido la quedada con que regaló a la oposición y a los concejales de su propio equipo de gobierno, proporcionándoles copias de un anteproyecto de los presupuestos que tiene más similitud con un artículo de broma que con un documento serio que contemple la previsión de gastos e ingresos, que no existe a no ser que la alcaldesa piense utilizar los mismos que ya se han aplicado este año, pues eso es lo que facilitó al resto de concejales junto con una guía didáctica de cómo deben redactarse. Encima recochineo.
Ante esto, ese anuncio que hizo la alcaldesa de que reducirá en un 30 por ciento los presupuestos de 2010 hay que tomarlo con cautela, porque usando ese mismo tono cachondo quizás quiere decir que sólo hará la previsión para nueve meses.
Los pasillos de las áreas que ha dirigido desde que está en política se han ido llenando de gente a la que ha enfilado porque una vez opinó distinto, la superaba en títulos o no la saludó a tiempo. Ahora, algunos de esos cadáveres se le rebelan y amenazan con destruir este reinado del despropósito.
Alonso Rojas, el anterior alcalde, su gran valedor a toda costa a sabiendas que está en juego su escaso poder político, puede estar seguro de que pasará a la historia, pero no por lo que hizo, sino por la herencia que dejó.
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