Con Franco se vivía mejor


 

Así es, o al menos, es lo que no paran de repetirnos desde múltiples púlpitos y altavoces mediáticos.  No solo se dice en la barra del bar (normalmente una caterva de señoros con pulseritas de goma rojigualda), si no que también las redes sociales están inundadas de jóvenes de aspecto rebelde que proclaman, sin ningún tipo de menoscabo, afirmaciones de ese tipo, que ensalzan los tiempos de la dictadura mientras que critican al gobierno actual por la misma razón, tachándolo de dictatorial.

Pero… ¿es verdad que con Franco se vivía mejor?  Me encantaría contaros mi experiencia, aunque me es imposible pues por aquel entonces yo no existía.  Quienes sí existían eran mis abuelos, y de ellos sí que conozco cómo vivieron, al menos a grandes rasgos.  Creo que estaremos de acuerdo en que el trabajo es un factor determinante en la calidad de vida de las personas. Pues bien, mis abuelos debían ser muy conscientes de esa realidad pues cada uno de ellos tenía dos trabajos. Uno de ellos trabajaba por la mañana en una farmacia y por las tardes era representante de una empresa de medicamentos. Jamás tuvo vacaciones en verano. ¿Saben quién sí las tenía? La dueña de la farmacia.

Mi otro abuelo no corrió mejor suerte.  Por el día en una imprenta y por la noche en un cine. No recuerdo que nunca fuera de viaje, al contrario que el dueño de la imprenta, que apenas pisaba el negocio.  Otros familiares vivieron tan bien en aquella época que decidieron emigrar para trabajar en otro país, sin formación y sin conocer el idioma.  Porque, claro, con Franco había mucha más libertad que ahora.  Mis abuelas, por ejemplo, eran tan libres que no podían trabajar sin el permiso de sus maridos, ni disponer de una cuenta en el banco, ni leer según qué libros o escuchar tal o cual emisora de radio.  Es más, tampoco podían reunirse más de cuatro o cinco personas sin exponerse a incómodos interrogatorios en la famosa “casa de las tortas”.

Ahora estamos en una dictadura, dicen.  Con Franco había mucha más libertad.  Especialmente para elegir a los alcaldes, concejales o dirigentes políticos.  Tanta libertad había que sólo existía una organización política: el Movimiento Nacional  El resto de los partidos estaban prohibidos, salvo los de fútbol, que de esos sí que había tela.  Tampoco se podía hablar libremente de política en ningún espacio público pues te arriesgabas a “señalarte”, lo cual podía llegar a ser fatal.  Y eso por no hablar de mostrar públicamente orientaciones sexuales un poco fuera de lo católico, apostólico y romano.  Disfrutábamos de una libertad tremenda… para hacer lo que nos decían.  Y si no, teníamos la completa libertad de recibir guantazos hasta en el carnet del sindicato (vertical), ser encarcelados o expulsados del país.

Claro que sí, con Franco se vivía mucho mejor.  El problema es que solo eran algunas personas las que vivían mejor.  Muy poquitas, y a costa del trabajo, los derechos y las libertades de los demás.

¿De verdad creen ustedes que, si volviera un régimen como aquel, estarían entre esas pocas personas privilegiadas? ¿O serían de los que necesitaban tener dos trabajos (sin vacaciones)? ¿De los que se vieron obligados a emigrar a otro país? ¿De los que no podían amar a quien le viniese en gana?  ¿O de los que no podían expresar sus ideas en público? 

¿Serían de los explotadores o de los explotados?

Desengáñense, lo más probable es que fueran de estos últimos.  A no ser que sean ustedes personas muy adineradas… pero me da en la nariz que no.

¡Ah, casi lo olvido!  Con Franco, no podría usted espetar, desde la barra de un bar y con el chatito en la mano, la frase: “Con la República se vivía mejor”.  O mejor dicho, podría hacerlo solo una vez en libertad, la siguiente, ya sería entre rejas.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
31 octubre 2025 | Patricio González García
Descansen en paz
 
28 octubre 2025 | Eduardo Briones Villa
Poblado de Cucarrete
 
28 octubre 2025 | José Antonio Hernández Guerrero
Las palabras son herramientas poderosas y armas destructoras