SOBRE NUESTRA VIDA

Confianza. Una palabra delicada y poderosa a la vez

>
 

La confianza ha de crecer. Ya lo sé, parece muy evidente. Eso también lo sabes tú.

Pero a menudo, es sólo la teoría lo que sabes. La dificultad no es conocer la teoría, sino el proceso de aprender a aplicar lo que sabes. 

La confianza, igual que el amor, es algo reconfortante, agradable, una energía, una sensación de palpitante vitalidad, y también paz y tranquilidad, como un lago cristalino. En la confianza no hay nada que hacer, nada que probar, nada que demostrar. Es el camino hacia la autenticidad. La honestidad absoluta.

Aquí está de nuevo: el ideal. Lo absoluto. ‘Honestidad absoluta’. ‘Confianza al cien por cien.’ … ¡Venga ya! ¿Quién tiene eso?

Además, la confianza no se tiene. Es algo que crece, es un proceso de aprendizaje entre las personas en las que la confianza mutua va creciendo.

Lo más importante, no obstante, es la confianza en uno mismo. También ésta ha de madurar y crecer. Para poder confiar en otros, hemos de aprender a confiar en nuestro propio criterio de saber y reconocer cuándo es necesario abandonar. 

Hemos de aprender a confiar en que seremos capaces de de creer en nosotros mismos, y sí, de amarnos tanto que no sentimos la necesidad de armarnos para evitar ser herido por el amor. 

En la confianza no nos hace falta la armadura. Nuestra vocecita interior nos dirá si vamos bien. Y si al final metemos la pata, confiamos en que aprenderemos de ello, sabremos levantarnos cuando caemos, y sabremos seguir adelante. Cada experiencia “negativa” puede reforzar nuestra confianza si hemos aprendió a confiar en nosotros mismos. 

¿Cómo sabré que no me harán daño, no me abandonarán, no me engañarán?

Respuesta: no lo puedes saber. No hay seguridad, pero podemos desarrollar la intuición, esa vocecita interior que nos susurra silenciosamente cuando debemos alejarnos de alguien o cambiar de rumbo. 

No puedo saber lo que pasará o lo que harán los demás. Pero si confío en mí misma, el abandono y el engaño no me pueden hacer mucho más que mostrarme una nueva oportunidad de aprendizaje.

En cambio, si me aferro a la idea de que me han herido, se volverán a desencadenar ideas de no ser suficiente, de no ser suficientemente bueno, perfecto, guapo, guay  

El miedo a que nos hagan daño nos lleva a vivir en alerta, como si a la vuelta de la esquina estuviera el enemigo acechándonos. 

Sin embargo, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. 

Así que aprendamos, practiquemos, volvamos a intentarlo si cuesta, ya que es un crecimiento, un proceso: Déjate caer en ti mismo. Acógete, abrázate, deja de exigirte más de lo que puedes dar.

Heridas profundas de tu infancia han hecho frágil tu capacidad de confiar. No mejorará si te armas. 

Es más bien así: con mucha paciencia y compasión contigo mismo puedes convertirte poco a poco en una persona que es capaz de recibir la vida con los brazos abiertos, venga lo que venga, de manera confiada y feliz.

Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.

Noticias relacionadas

 
18 abril 2024 | José Antonio Hernández Guerrero
Procedimientos narrativos para descifrar la complejidad de la vida actual
 
15 abril 2024 | Patricio González García
Máxima gravedad