Desde hace décadas los politólogos vienen hablando de la crisis de la democracia. La propia evolución de la participación ciudadana en las elecciones da pruebas crecientemente de dicha crisis en mayor o menor medida, en todas las sociedades avanzadas occidentales. De hecho el ciudadano cada vez es menor protagonista de la democracia, cada vez es un sujeto más pasivo dentro del sistema.
Cada vez el desinterés es mas generalizado por la política, la desconfianza se va generalizando sobre los agentes políticos tradicionales, la abstención electoral es mayor, el abismo entre los partidos y los ciudadanos es creciente.
La pérdida de poder de los Estados en favor de organismos internacionales poco o nada democráticos (FMI, Banco Mundial, OMC) o de las empresas transnacionales es cada vez mayor, lo percibimos desde hace años y hoy día lo estamos viendo en esta crisis económica sin precedentes.
Las causas haya que buscarlas en unas raíces profundas que cada día cuesta mas disimular, y que se aprecia en las corruptelas urbanísticas de cualquier munipicio y lo poco perseguido que está este hecho o en el doble rasero de la diplomacia internacional en problemas como el de Palestina o el mas cercano del Sahara. Estoy convencida que otro mundo es posible.
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