Cuando de cupo se habla conviene advertir que cupo es una palabra española que proviene del verbo caber. Que contiene (nunca mejor dicho) un significado adicional relacionado con proporción. El Diccionario de la RAE (Real Academia Española) recoge varias acepciones: 1. Parte proporcional que corresponde a un pueblo o a un particular en un impuesto, empréstito o servicio. Pudiendo ser sinónimo de: cuota, asignación, contribución, tributo, canon, participación. También una segunda acepción: Parte, porcentaje en general. En Hispanoamérica se usa para concretar la capacidad de un recipiente, como cabida. Y en la esfera castrense, no hace tanto, hay quienes se alegraban de no ir a la “mili” por “excedente de cupo”. Igualmente relaciona el diccionario CUPO con otras palabras como: cuota, asignación, contribución, tributo, canon, participación. Y esto de parte proporcional nada predica de quien es el que recoge lo que debe repartirse. Y ahí está el veneno que se le aplica al “Cupo Catalán”. Por ello los proceres de la lengua española deberán ampliar no a mucho tardar la acepción de Cupo como “dadiva”, “sometimiento”, “pasar por el aro”, “tragar”, … Unos añadidos que conlleva el redicho y lastimero “Cupo Catalán”. Que en definitiva viene a ser la segunda parte de las leyes de concierto “vasco” y del convenio fiscal de Navarra. El PSOE, dirigido por Pedro Sánchez lleva camino de despeñarse, eso sí, cubierto de gloria. Curiosamente la prensa, que haciéndose eco de los comunicados del gobierno introduce, cuando publicita las noticias sobre esta especial fiscalidad de dos regiones españolas, una sutil forma de enmascarar la desigualdad que supone este trato discriminatorio para el resto de los territorios del Estado español. Una noticia en un periódico de amplia tirada nacional e internacional se titula: “El cupo vasco y el navarro aportaron al Estado 2.565 millones en 2023, un 23% más” y ello en una sección que se denomina Financiación Autonómica. La pregunta que podría hacerse el autor del artículo sería: ¿Cuánto habría recaudado la Hacienda Española en estos territorios y cuando superávit habría obtenido? Porque ni el País Vasco, ni Navarra aportan en igualdad de condiciones al Estado español lo que deberían, ya que estos territorios recaudan, se quedan con lo que entienden atienden sus gastos y, del sobrante, negocian con el Estado el “pago” de los servicios que el Estado español dispensa, cada vez en menor medida por aquello de las transferencias. Para más escarnio todo este comercio se realiza bajo el gran slogan constitucional recogido en su artículo 14: “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”
Si por haber nacido en parte diferente de este hermoso país que es España, el trato fiscal es diferente ¿De qué igualdad se trata? Conviene que los partidos políticos, que se definen como constitucionalistas, reorganicen este batiburrillo de competencias, que hasta el último alcalde de un pueblo tiene en materia fiscal, y corrijan en una próxima -ya va tardando- reforma constitucional este desaguisado. Una sola fiscalidad para toda la ciudadanía española, resida donde resida, podría ser una buena manera de ir enderezando el entuerto del cambalache y mercadeo que con esto de las autonomías se ha desarrollado en esta transición inacabada y, a la vista de por donde se transita, errónea.
Volviendo a lo del Cupo. Ahora los catalanes también se separan de la fiscalidad común y ya van tres los territorios que fraccionan la caja común. -Oiga que la caja común sigue existiendo. -Sin duda el Estado tiene una caja, lo de que sea común, ya es otro asunto. Porque para ser común, comunes deben ser los criterios para que cada persona que vive en España aporte lo que en equidad le corresponda. Que una persona que viva en Bilbao, Madrid, Cuenca, Teruel, Soria, Algeciras, Tarrasa, Barcelona, Baleares, Canarias, Ceuta o Melilla, aporte a esa caja en igualdad de medida lo que deba. Esa es la esencia de la “Común-Unidad”. Y esa caja-común alimentarán los Presupuestos Generales. Son estos los que deben contener criterios homologados y asumidos por todas las personas (referéndum) para el reparto equitativo de los mismos. No estaría mal el principio de quien más tenga que más aporte y quien más necesite que más reciba. De esta forma las “singularidades” se resuelven sin timar al conjunto de quienes contribuyen. Por cierto, en ninguna Comunidad de propietarios se práctica eso del “Cupo”, cada persona propietaria aporta en su cuota la parte que corresponda con el coeficiente de propiedad que detenta. Son los presupuestos de la Comunidad quienes priorizan arreglos y mejoras en cada zona comunitaria, eso sí aprobados en asamblea de propietarios.
Y si esto que parece de “Perogrullo”, además es justo y razonable ¿Por qué tantos distingos? ¿Por qué tantas prebendas? ¿Por qué de tantas haciendas autonómicas y oficinas de recaudación? Basta observar, sin demasiado detenimiento, a ojo de buen cubero, y salta a la vista que son acuerdos políticos para comprar votos con el dinero de toda la ciudadanía. ¡Transaccionar acuerdos!, ¡Concertar!… Y ello porque quienes tienen los votos, que se mercadean, gozan de un apoyo popular en sus territorios que les permiten adquirir esos votos. Obtenidos mediante una ley electoral amañada de origen, precisamente para permitir este mercadeo. Esto de la ley electoral también va siendo momento de revisarse en profundidad. Porque, además del cautiverio de las listas cerradas, tampoco hay equidad en la adjudicación de escaños.
Mientras tanto esto del Cupo Catalán envía un mensaje alto y claro al conjunto de la sociedad española. ¿Cada territorio debe tener su Cupo con idénticos criterios que se aplican a vascos, navarros o catalanes? Imaginemos que un municipio cualquiera, por ejemplo, Algeciras, asume recaudar, gestionar, liquidar e inspeccionar los impuestos (todos), que es en lo que consiste el Cupo, ¿Con una deuda cercana a los 300 millones se dedicaría a pagar la deuda contraída? ¿Qué quedaría para enviar a la “Caja común”? Eso es lo que se está produciendo tanto en el Concierto vasco, el Convenio navarro y en el Cupo catalán, con la condonación de la deuda con el Estado. Habrá quien comente que puede ser exagerada tales afirmaciones, pero incluso sembrando la duda, ¿qué otros intereses pueden tener los políticos separatistas vascos, navarros o catalanes, para ansiar controlar la recaudación de los impuestos y gestionarla, sin encomendarse al diablo?
Parece que los territorios de esta cansada España no están bien acompañados por sus políticos (de todos los colores) y el refrán ya advierte “Mejor solos que mal acompañados”. Quien achaque las culpas de esta falta de respeto al pueblo español en exclusiva al gobierno de turno no anda fino, porque todos, todos los gobiernos de la transición no han sabido darle su sitio al sentimiento abrumadoramente mayoritario de la Unidad de España. Suenan estas palabras a rancio “franquismo”, tiñéndolas de fascistas, fachas, derechonas … Aunque la inmensa mayoría de las personas que se sienten, o son calificadas de izquierdas, convienen en asumir que la Unidad de España es la garantía de la solidaridad interterritorial y la cohesión social. Y además como decía “Juan de Mairena”, heterónimo de Antonio Machado: “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Y es tan fácil establecer el sentir de este pueblo español que bastaría someter a referéndum año a año los presupuestos, en este caso estatales y, por qué no, un año de estos, pueda este pueblo validar la Constitución de 1978, artículo por artículo, que precisarían el refrendo de las 3/5 partes del voto favorable. ¿Cuántos de los actuales artículos constitucionales quedarían vivos?
Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.
Etiquetas: