Día mundial de las enfermedades raras y de Andalucía


 

Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la Confederación General del Trabajo (CGT)

¡Qué casualidad!, que este sábado confluyan estas dos conmemoraciones. Y resulta curioso que alguna que otra mente relacione ambas, aunque naturalmente ser andaluz o andaluza no es ninguna enfermedad “rara”. Posiblemente las personas aquejadas en Andalucía y familiares cercanos, observarán como se desdibuja su reivindicativo día mundial, entre actos pre-electorales de las autoridades andaluzas. Salvaguardando el profundo respeto, solidaridad y cautela que requiere el caso, ya que mencionamos un grave padecimiento que aqueja a cientos de miles de personas, sólo en España; el hecho de que en este día se conmemoren dos asuntos tan dispares parece chocante.

En los actos institucionales que hoy, sobre todo en Sevilla, se celebraran, así como la conmemoración alternativa que protagonizará la ciudadanía llegada de toda Andalucía, no los políticos, ni altos cargos de las administraciones andaluzas, puede que alguna referencia a estas enfermedades raras se haga y seguro que se exigirá una cura de la que padece Andalucía.

Políticamente hablando es rara la política andaluza. Los elementos que ayudan a definir una enfermedad como rara, pueden aplicarse sin mucho esfuerzo a la calificación de ese acción política corrupta que, como ocurre desgraciadamente con las enfermedades raras, ha tardado nada menos que 30 años en diagnosticarse y que gracias al equipo de la “Dra. Alaya” parece que se ha clarificado una parte del origen de la misma. Los síntomas, como ocurre con toda enfermedad, van siendo desgraciadamente evidentes a medida que la enferma, Andalucía, no acaba de levantar cabeza. La diversidad, de situaciones, etiologías y circunstancias que concurren en cada caso diagnosticado, permiten calificar a la política andaluza, que viene padeciendo el pueblo, como fraudulenta. En cuanto al número de casos es posible calcular que supera el margen de 5 personas por cada 10000, ya que aplicado a los 8 millones de personas que residen en esta tierra, esa relación numérica supondría sólo 400, cuando se está convencido de que la cifra, de involucrados, en el fraude y la corrupción política, sobrepasa varias veces el millar. Lo que sí parece más afín, al caso que nos ocupa, es que 8 de cada 10 patologías son “genéticas” y que el 85% son crónicas, termino castellano (Del lat. chronĭcus, y este del gr. χρονικός), que significa larga, si se refiere a una enfermedad; habitual, si se refiere a una dolencia; inveterado, si es aplicable a un vicio, y, en cualquier caso, que viene de tiempo atrás. No en vano, ya Joaquín Costa en el S XIX, prevenía de la enfermedad del Caciquismo. Y mire como se mire, con algunas leves modificaciones, este terrible mal social sigue desarrollándose genéticamente.

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