Plaza de la Iglesia

El auge de la pobreza

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Mientras que las cosas de palacio siguen caminando despacio, la pobreza se dispara. No así las soluciones reales para paliarlas. Se dispara la pobreza: 11 millones de excluidos, dos más respecto a 2018.

La pobreza severa se dispara en España, pasando de un 9,5% a un 11,2%. Un cambio realmente importante y que, desgraciadamente, puede provocar una fractura social. Así lo ha publicado el informe FOESSA (Cáritas) que denuncia que el coronavirus ha generado dos millones más de personas en situación de vulnerabilidad.

Es una realidad, como que tú y yo estamos vivos, al menos, por ahora, que la pobreza y la precariedad laboral se están instalando entre nosotros. Es un error pensar que la crisis socio-económica ha terminado porque se ha recuperado algo de empleo (cosa que no es del todo así). Prueba de ello es que casi dos millones de hogares dependen del dinero que ingresa una única persona con una situación laboral inestable. A esto se le une otros dos millones de núcleos familiares donde no hay un empleo ni se le espera. Es más, unas 600.000 familias carecen de un mínimo ingreso predecible. Son datos reales. No como aquellos otros, disfrazados por el engaño y la manipulación de quienes nos gobiernan. Estos son reales. Sacados de la base de datos de Cáritas Española.

Pero más allá de estos datos escalofriantes, hay otra cosa que lo es aún más: la naturalización de la pobreza y la exclusión social y la falta de sensibilidad de muchos de nuestros políticos ante el sufrimiento humano. Esto último, realmente penoso.                     

Debe ser eso de la pobreza humana un tema poco importante porque ya casi nadie habla de ella. Los pobres siguen siendo pobres en casi todos los lugares del mundo, los planes para erradicar esas situaciones han desaparecido como por arte de magia. La ONU es el escenario de batallas de poder más que de soluciones para los pueblos.

¿Qué fue de la fraternidad, del bien común, de la lucha por la justicia? Valores perdidos, cuestiones claves que se han diluido en la sociedad líquida que estamos viviendo y planes sociales que la corrupción política ni contempla. Menos mal que siempre quedarán algunos dispuestos a seguir en la lucha a pesar de los pesares, como la Iglesia que, más que les pese a muchos, es la que sigue sacando las castañas del fuego cuando están a punto de quemarse. Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.

 

 

 

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