El fútbol no es sólo fútbol


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José Antonio Ortega | jaortega@jaortega.es - www.jaortega.es

Se me quedó un amargo sabor de boca tras la derrota sin paliativos que sufrió la selección española el pasado miércoles frente a Chile. Y eso que lo que le pase a la Roja, o le deje de pasar, me importa lo justo y necesario en la medida en que me sirva de vía de escape de la realidad, o de encanallamiento, en versión Umberto Eco.

Digamos que provocó en mi ánimo un cierto estado de mal rollo. El mismo estado de mal rollo que supongo provocó también en el ánimo de cientos de miles de españoles –confesos o no– a los que una victoria épica del equipo nacional, y después de ir perdiendo por dos a cero, les habría servido para olvidarse de sus problemas, más o menos cotidianos.

Aunque la cosa no ha pasado de ahí y se ha convertido –dicho sea entre comillas– en “tragedia nacional”, como lo podría haber sido hace 4 años, por dos razones, según creo. La primera de ellas, porque ya tenemos bastante en este país con la tragedia que estamos viviendo como para echarnos otra a las espaldas. La segunda, porque el espectáculo de la sucesión en la corona y la proclamación del nuevo rey, Felipe VI, ha sido como un bálsamo que ha contribuido a calmar el dolor del honor patrio herido. O, lo que es igual, nos ha venido de perlas para evadirnos de la noche a la mañana de nuestro fracaso deportivo.

Aquí todos nos pensábamos ya que España iba a volver a ser campeona del mundo, ¡cómo si ganar fuera tan fácil!, y, claro, el chasco que nos hemos llevado ha sido menudo.

En cualquier caso, y como no hay mal que por bien no venga, yo creo que lo sucedido con la selección española nos vale para volver a poner los pies en la tierra, recordar que en el juego, como en la vida, no se gana siembre y, sobre todo, reflexionar. Además de para ahorrarnos unos cuantos miles de euros. Los miles de euros que se iban a llevar los jugadores y los miles de euros que nos iba a costar seguir manteniendo allá en Brasil a toda la comitiva, chupópteros incluidos. Aunque es verdad que no sólo de pan vive el hombre, un estado campeón de la desigualdad en Europa, y que ha llevado a cabo un duro programa de recortes en derechos sociales a lo largo de los tres últimos años, no debe o no debería permitirse determinados lujos.

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