Cristina Tamarit Duarte | Licenciada en Psicología
El juego en la infancia es una herramienta primordial para que los niños puedan enfrentarse a la realidad externa y entender el mundo, a los demás y a sí mismo.
Según estudios anteriores, se da en todas las culturas humanas y existe desde el principio de la humanidad. Otro dato interesante, es que también se da en el mundo animal, sobre todo, en los mamíferos jóvenes (que jugando a mordisquear, saltar, acorralar y perseguir) aprenden a desarrollar tácticas y habilidades que le serán imprescindibles en su vida adulta.
Además, el juego está vinculado a las cuatro dimensiones del desarrollo infantil: el área psicomotriz, intelectual, social y afectiva y aporta multitud de beneficios al niño que perduran hasta la edad adulta:
-Ayuda al desarrollo de fuertes habilidades sociales (aprender a ser justos y respetar turnos, desarrollar la capacidad de constancia y negociación y mejorar la comunicación)
-Fomenta el desarrollo neuronal en áreas cerebrales superiores implicadas en las reacciones emocionales como es el “Aprendizaje Social”
-Disminuye la ansiedad y el estrés
-Mejora la creatividad
Podemos diferenciar distintos tipos de juegos:
-Juego libre, imaginativo y travieso: mejora la adaptación, estimula la inteligencia y disminuye el estrés
-Juego de reglas: fuente de experiencias de aprendizaje
-Juegos psicomotores: de manipulación, mesa de actividades, saltar, golpear
-Juego simbólico: muñecos con forma de animal o humana, títeres, disfraces
-Juegos de construcción: mejora el ingenio y la curiosidad
Por último, es de vital importancia, que los padres y los familiares a la hora de comprar un juguete al niño recuerden que tiene que divertir, motivar el juego, adaptarse a la edad, ser deseado, ofrecer seguridad, resultar reconocible, despertar las curiosidad, suponer un reto y desvelar las ganas de mirar, tocar, esperar, compartir, pensar, imaginar,… y no olvidar comprobar la seguridad, que cuente con la marca “CE”.
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