El milagro de cada tarde de toros

Francisco Mateos.-

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Cada tarde de toros se producen un buen puñado de milagros. Nos acostumbramos a ver los festejos sin percatarnos del todo del latente peligro que siempre existe en el ruedo, que en el momento más inesperado puede sobrevenir una tragedia. Cantado estaba que la tarde de hoy iba a ser de susto. De peligro evidente. Como apuntaba un lector en un comentario en este portal, parece que la empresa de Sevilla tiene acciones en la ganadería del Conde de la Maza. No se entiende de otra forma el ‘erre que erre’ con unos toros que no son, precisamente, una ‘oportunidad’ para tres toreros modestos. Solventaron la papeleta con oficio y eficacia, con especial brillo de un Luis Vilches al que, por enésima vez, la espada le privó de un legítimo triunfo en este coso.

     Como cada tarde, he tenido la oportunidad de recrearme en las magníficas imágenes del Plus, en sus acertadas repeticiones y en sus geniales planos; es lo que me queda tras el veto impuesto por la empresa Pagés esta temporada, impidiendo como en años anteriores el libre acceso a la plaza en igualdad de condiciones que el resto de mis compañeros, en un vano intento de cercenar la información y presionar para intentar ‘domesticarme’. Por cierto, que al que no le llegue con esto de la crisis para las carísimas entradas en la Maestranza, por dos euros de una Coca-Cola ves la corrida completa con todo lujo de detalles en los locales que tienen Digital Plus. Pues  a lo que iba, que cada tarde se producen varios milagros en una corrida de toros. En la de esta tarde, y con la profusión y lentitud de las imágenes repetidas, se comprobaba cómo una y otra vez existe ese ángel de los toreros que está continuamente echando un capotillo.

     El primero le lanzó un certero navajazo a la parte trasera de la rodilla izquierda de Rafaelillo, que no llegó a prenderle. Vilches también sufrió un achuchón en el segundo. En el tercero le tocó a Joselillo, y por partida doble: un pitonazo en la cintura en la faena y una zarandeo impactante por la pechera cuando dejaba la estocada final. En el cuarto también hubo alta tensión: la pelea de Rafaelillo con este complicado toro, incluyendo una angustiosa portagayola, fue una lucha ‘cuerpo a cuerpo’. Y en el sexto, el picador Rafael Sauco estuvo a merced del toro tras quedar su pierna aprisionada por el caballo tras un derribo. Y no pasó nada en todos estos moments. Varios milagros inexplicables pero que suceden cada tarde, como igual de milagroso era que saliera uno del Conde embistiendo… y salió: fue el quinto, que para eso no hay quinto malo. Ni en los del Conde.

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