El virus del Nilo Occidental: ¿Amenaza real o alarma infundada?


 

Cinco años después de la pandemia que transformó nuestro vocabulario cotidiano con términos como PCR, carga viral o transmisión comunitaria, otro virus comienza a llamar la atención de los medios y de la población: el virus del Nilo Occidental. Aunque no es nuevo, su aparición recurrente en primavera y verano en Andalucía genera inquietud, especialmente en zonas como el Campo de Gibraltar.

¿Estamos ante una amenaza real o una alarma infundada? Para responder, primero hay que entender qué es y cómo actúa este virus.

Un virus silencioso en la mayoría de los casos

El virus del Nilo Occidental pertenece al grupo de los flavivirus, al igual que los causantes de la fiebre amarilla o el Zika. La mayoría de las personas infectadas —cerca del 80 %— no experimentan síntomas. Un 20 % puede presentar fiebre y malestar leve, mientras que solo un pequeño porcentaje (menos del 1 %) puede desarrollar cuadros graves como encefalitis o meningitis, especialmente si tienen un sistema inmune debilitado.

Descubierto en Uganda en 1937, su transmisión entre humanos es muy limitada. Solo se han documentado casos puntuales por vía transplacentaria, lactancia o transfusiones.

El mosquito, pieza clave en la transmisión

Este virus no se propaga directamente entre personas. El verdadero vector es el mosquito Culex, común en zonas cálidas y templadas. Estos insectos pican a aves infectadas —como mirlos (Turdus merula), gorriones (Passer domesticus) o cigüeñas (Ciconia ciconia)— y luego pueden transmitir el virus a caballos o seres humanos.

Como el mosquito es indispensable en el ciclo del virus, la posibilidad de que se produzcan epidemias sostenidas es baja, lo que reduce el riesgo a gran escala. Aun así, su presencia no debe tomarse a la ligera.

¿Cómo llega hasta nuestras ciudades? 

A pesar de algunas teorías sin fundamento que vinculan la llegada del virus con la inmigración, los datos apuntan a otras vías. El comercio internacional —especialmente el marítimo— permite que huevos de mosquito viajen en aguas estancadas. Además, las aves migratorias portadoras del virus cruzan continentes de forma natural, y algunos mosquitos pueden recorrer largas distancias impulsados por el viento.

La clave, sin embargo, está en el cambio climático. Aunque Culex pudo haber llegado antes, no conseguía sobrevivir a los inviernos europeos. El aumento global de las temperaturas, con inviernos cada vez más templados, permite ahora que estos insectos completen su ciclo en países como España.

El futuro: más virus, más desafíos

Lo que estamos viendo con el virus del Nilo Occidental es solo una muestra de lo que podría convertirse en norma. Enfermedades transmitidas por vectores —como mosquitos o garrapatas— que antes se limitaban a regiones tropicales empiezan a aparecer con más frecuencia en Europa. La causa: un clima cambiante que favorece a estos vectores.

A ello se suma un problema estructural: las enfermedades tropicales suelen quedar fuera del radar de las grandes farmacéuticas porque afectan a poblaciones con pocos recursos económicos. Sin inversión pública, el desarrollo de vacunas o tratamientos se estanca.

Un reto que requiere previsión y financiación

En la actualidad no existe una vacuna humana contra el virus del Nilo Occidental. Solo se pueden tratar los síntomas. La esperanza está en el desarrollo de vacunas basadas en tecnologías como el ARNm, que ya demostraron su potencial en la pandemia de COVID-19. En Andalucía existen grupos de investigación capacitados para liderar estos avances, pero sin financiación pública, sus proyectos no despegarán.

Mientras tanto, muchas administraciones locales recurren a fumigaciones, que pueden ser útiles de forma puntual, pero no detendrán la expansión del mosquito a largo plazo.

Conclusión: prevenir antes que lamentar

El cambio climático ha ampliado el mapa de enfermedades infecciosas. El virus del Nilo Occidental es solo un ejemplo. Para enfrentarlo con éxito, se necesita una apuesta clara por la investigación, el desarrollo de vacunas y una estrategia coordinada que priorice la prevención.

Las farmacéuticas no van a invertir en vacunas poco rentables. Por eso, el papel del Estado y de las políticas públicas es fundamental. Si algo nos enseñó la pandemia, es que anticiparse es siempre la mejor respuesta.

Referencias

[1] Petersen, L. R., Brault, A. C., & Nasci, R. S. (2013). West Nile virus: review of the literature. JAMA, 310(3), 308–315. https://doi.org/10.1001/jama.2013.8042

[2] Semenza, J. C., & Suk, J. E. (2018). Vector-borne diseases and climate change: a European perspectiveFEMS Microbiology Letters, 365(2), fnx244. https://doi.org/10.1093/femsle/fnx244

[3] European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC). (2024). West Nile virus: Annual epidemiological report for 2023https://www.ecdc.europa.eu/en/west-nile-fever

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