Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educación de la CGT
Y por fin se reunieron, anhelantes, los expertos, para orientar el futuro del sistema de pensiones de este país. Expectante la ciudadanía, mantenía la atención sobre la reunión de varias decenas de eminencias, al parecer, en la delicada materia de mantener las pensiones de las personas jubiladas. ¡Por fin!. En poquísimo tiempo, y por unanimidad (incluido el hombre de CCOO), presentan sus conclusiones y, mira por donde, lo que concluyen podría ser obra de personas con sentido común y con un nivel de información ordinario, sobre qué es lo que parece que ocurre con las cuentas del Estado. ¡Para ese viaje sobran alforjas! Bien porque el resultado obtenido no es proporcional a la energía aplicada o porque el costo de las reuniones es excesivo para el resultado obtenido. Sea de una u otra forma los “expertos”, han venido a concluir que si no hay dineros, se pague menos a los pensionistas. A estas alturas, que un amplísimo comité de “expertos” se reúnan horas y horas, para llegar a lo que cualquier persona puede pensar, parece una broma y además de mal gusto.
¿Para qué se quieren a los expertos? Normalmente uno acude a alguien con un superior conocimiento en algún aspecto, para que le oriente de cómo salir airoso de un atolladero. Y efectivamente el sistema de pensiones se encuentra en un buen agujero, al que le han empujado políticas nefastas durante décadas, las últimas especialmente dañinas. Lo que un gobierno debe pretender es dar respuestas positivas para las personas en momento críticos. Recurrir al reparto de “perdidas” entre toda la ciudadanía, lo hace cualquiera, como si de una vulgar “derrama” se tratara. Para repartir perjuicios no hace falta ir a Salamanca, ya que con lo que natura da sobra y basta. Lo difícil, lo complejo, lo que de verdad legitima que alguien gobierne, es resolver satisfactoriamente para todas las personas situaciones adversas.
Que si no hay dinero, las personas pensionistas, verán reducida su escasa paga, es una consecuencia evitable si se adoptan decisiones que hagan que la caja de las pensiones compense las pérdidas del encarecimiento del costo de la vida (IPC). Por otro lado unir la cuantía de la pensión a algo tan etéreo como la Esperanza de vida, es un engaño monumental. Por mucho significado estadístico que tenga la esperanza de vida, afecta a cada una de las personas de manera muy desigual, por lo que aplicar con carácter general este estadístico, solo nos lleva a una nueva injusticia. Por ejemplo si mi pensión se calcula en función de la estimación del número de años que me quedan de vida, y por ello, al ser más larga teóricamente, se supone que debo reducir mi pensión para también alargarla en el tiempo, debe contraerse conmigo y con mis herederos, un compromiso de pago del montante total al que tendría derecho si permaneciera vivo hasta la edad calculada. Si eso no es así, se me defrauda escandalosa, e injustamente.
Expertos de Perogrullo sobran en este país y sin embargo existen mentes preclaras que vienen diciendo, hasta el hartazgo, lo que se debía hacer y no se hace, sino todo lo contrario. Reparto del trabajo y la riqueza.
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