MONTE DE LA TORRE

Gadira, fuente pura y limpia

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Iba una niña con un botijo de agua de una fuente de Cádiz, una de las muchas que hay en esa ciudad .Un anciano amablemente le pidió:

– “Déjame beber un trago, pequeña, tengo sed”

La niña accedió. Agradecido el señor así habló:

-“ Te voy a contar algo sobre la fuente más antigua de occidente. Esta agua es de las modernas fuentes gaditanas pero, ahí ,en el fondo marino, está la antigua y legendaria fuente, la que todos los pueblos del mundo buscaban para saciar su sed de ambición y poder. Aquellas civilizaciones cruzaban el Estrecho para beber la mejor de las aguas, la de Gadira.

Algunos de esos navegantes hicieron correr el rumor de que, desde las Columnas de Hércules era peligroso iniciar periplo alguno. Esas escabrosas y temerarias leyendas las inventaban para que otros aventureros no llegaran a la fuente de las fuentes. Cuentan que esta, la de Cádiz pertenecía a Poseidón quien, viendo que su surtidor placentero era objeto de guerras por aquellos que la codiciaban, decidió sumergirla en los fondos marinos originando gran cataclismo geográfico pero, aquí sea del Tempul o del legendario manantial, la fuente de Cádiz siempre esplendorosa brotará .Y aunque su agua puedan a otros lugares llevar el manantial nunca desaparecerá ni se agotará porque toda esa isla, la que de murallas está bordeada, es esa fuente de libertad que ni Neptuno ni ningún ser nos puede arrebatar . Unos le llaman Tacita de Plata y otros La Pepa, pero lo cierto es que quien bebe sus aguas queda para siempre saciado de lo más grande, la gracia gaditana y la abnegada condición de ser salvaguarda de las libertades y la justicia que siempre en esta singular fuente son surtidor que al mundo riega. Ni fenicios, tartesos, griegos o cualquier otro incluido el mismo Napoleón pudieron con su poder hacer que la fuente del agua de la igualdad de derechos quedará cegada. Por eso, niña, dichosos todos los que como tú beben desde su más tierna infancia esta agua”.

Se despidió la jovencita del desconocido anciano quien podría ser una deidad marina o quién sabe si el mismo Poseidón. Marchó la chica con el búcaro de sueños que nunca rompió porque, día tras día, lo llenó con el agua de Gadira, manantial delicioso donde se sacia la sed de solidaridad y por sus calles corren ríos del agua de la gracia y simpatía , por algo los emperadores romanos en sus fiestas siempre querían que las amenizara alguna “puellae gaditanae”, porque en el arte de la danza no hay quien les iguale en su baile.

Cuidemos nuestra fuente y procuremos que los más jóvenes beban en ella para que así no se pierda el placentero sabor de la tradición, esa agua que pertenece al sitio donde brota y, aunque la lleven a otros lugares , nunca sabrá igual que en la tierra donde caudalosa aflora. Pues esta agua no es insípida tiene el sabor de lo más atávico y natural, la tierra origen de tierras y el mar que tan mitológica hace que resulte la reina de las Casitérides, la Cádiz de ensueño, encalada con la alegría más grande, la que se siente al ser gaditano.

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