Gaviota que ve lejos, vuela alto

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“¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la Bandada?” le preguntaban a Juan Salvador Gaviota, el protagonista de la magnífica y tradicional obra de Richard Bach. Para esta pequeña gaviota, volar para comer no era lo que más le importaba, como hacían el resto de sus compañeros en la especie, que sólo volaban entre playa y playa en busca de comida. A Juan le interesaba volar y descubrir el verdadero sentido de la vida desde la libertad. Juan descubrió que la vida era mucho más que andar de pesquero en pesquero en busca de algo de comida con la que saciar el hambre. La vida, de esta manera, puede ser muchos más apasionante.

Cuánto mayor sentido tendría nuestra existencia si descubriésemos el verdadero arte de volar desde la libertad. Qué feliz seríamos si descubriésemos que la vida es mucho más que ir volando de acantilado en acantilado dejándonos llevar por lo que hace la mayoría de nuestros paisanos. Podríamos alzarnos, como dice nuestra querida gaviota, sobre nuestra propia ignorancia y descubrirnos como seres en busca de perfección que anhelan la libertad, la mejor compañera de viaje, la que te descubre en tu yo más personal y auténtico y te conduce hacia la verdad.
Pero embarcarnos en esta aventura que nos propone Juan Salvador Gaviota, tiene un precio, porque ser libres conlleva pagar el coste de que te señalen con el dedo, de que te aparten de la bandada porque piensas de manera diferente, de que te miren mal o te enjuicien con el criterio impuesto. Pero bendito importe el que haya que pagar si verdaderamente uno se descubre como un ser libre, que ama la libertad, porque es el único camino para ser verdaderamente feliz.

Queridos amigos y amigas, volar es tanto más importante que un simple aletear de aquí para allá. Eso lo puede hacer cualquiera. Volar consiste en levantarnos de la sucia arena que a veces pisamos, de alzar la mirada hacia otros criterios de vida, de anhelar la perfección a la que estamos llamados, de ver por encima de nuestros pobres criterios, de buscar la verdad que nos hace libres, como decía el Nazareno. Volar consiste en ir donde queramos y no donde nos quieran llevar, en ser lo que somos y no lo que pretenden que seamos. Entonces, sólo entonces, podremos decir como Juan: “soy libre”, “quiero volar”. ¿Estás dispuesto a alzar el vuelo? Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.

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