Supongamos que es el año 2400 y que una joven estudiante de Ciencias Políticas -o como se llame en ese momento- está haciendo una trabajo de fin de grado en torno a la historia de España unos cuantos siglos atrás. El director de su trabajo le ha recomendado que acuda al Congreso de los Diputados y lea el Diario de Sesiones, que para algo las Cortes son la representación de la soberanía popular.
Ella lee sobre los finales de los años setenta del siglo XX y se sorprende de la altura de miras de las sesiones parlamentarias de aquellos días.
Sigue mirando y avanzando hasta este 2022. Confía en encontrarse con unas sesiones parlamentarias caracterizadas por otro tono, con diputados conscientes de que los tiempos han cambiado y que hay desafíos ineludibles que afrontar… Pero resulta que se encuentra con unos plenos donde brillan las descalificaciones, la falta de respeto y una política de vuelo bajísimo, casi a ras de fango.
Precisamente esto es lo que se ha visto esta misma semana en el Congreso. Podría decir que me da igual quien lo dice el exabrupto y quien lo recibe, pero incluso siendo así, lo relevante de todo esto creo que son los silencios.
Hay cosas que no pueden pasar como si no hubiese sucedido nada, como si nadie hubiese dicho lo que todos hemos escuchado… pero sí, se dijo, se escuchó e incluso hubo quien lo aplaudió. Y es de agradecer que no se borre del Diario de Sesiones: debe quedar ahí para vergüenza de quienes se instalan en ese estilo y para escarnio de quienes lo acogen con un lamentable silencio cómplice. Ese silencio que permite que el eco de lo dicho resuene con fuerza y se escuche hoy, mañana, pasado y tres o cuatro siglos más tarde, cuando una joven estudiante se tropiece con el episodio.
El día 25 es un día marcado por la denuncia de una violencia que es estructural. Tan estructural y sistémica que incluso llega a la tribuna del Congreso de los Diputados y queda en negro sobre blanco en el Diario de Sesiones. Para que luego digan que hay cosas trasnochadas que ya no tienen sentido…
Noticias de la Villa y su empresa editora Publimarkplus, S.L., no se hacen responsables de las opiniones realizadas por sus colaboradores, ni tiene porqué compartirlas necesariamente.
Etiquetas:




