No se llaman Hércules, ni hacen trabajos para ganarse los favores de rey ni magnate alguno. L@s de este presente no buscan gloria y fama, son personas normales, pero su fuerza no la muestran en cuerpos físicamente vigorosos, ni ellos mismos sabían que tenían esas cualidades, las que salen a la luz por culpa de ver al prójimo en situación de riesgo , ese peligro en el que ellos también podían perder su existencia, pero la fuerza que tenían los que no se consideran héroes y heroínas es tremenda y se llama solidaridad. No tendrán estatuas en un parque o avenida, no quedarán sus hazañas recogidas en la historia, pero queda grabada para siempre no en placa alguna pero si en lo más maravilloso, en el corazón de los demás.
No son Quijotes, ni pretenden a Dulcineas, pero son, caminado a pie, los más grandes caballeros. Sus profesiones pueden ser de diversa y diferente índole (enfermer@s,maestr@s,panader@s, policías…) Resultaría innumerable el listado.Muchos hasta están en las listas del INEM pero, para ejercer la solidaridad con el vecino o el desconocido, ahí no hay paro; pues los corazones solidarios siempre están plenamente activos.
No son Superman, son personas normales dentro de nuestra sociedad , anónim@s que no ostentan capa ni manto que los distinga, pero sus obras benefactoras hacen que ante los ojos asombrados de los demás los reconozcamos y digamos.
No son estrellas, pero su gran brillo no solamente lo reconocen los ojos del que dolor sufre cuando está envuelto en la más negra noche; su luz humanitaria no es lejana ni se encuentra a años luz de nosotros, están a nuestro lado, caminan día a día muy cerca pero su cooperante luminaria, esos destellos solo se hacen visibles en momentos puntualmente críticos y luego, realizada su labor, la ayuda a l@s otr@s, vuelve, cual fugaz cometa, a ser tan normal como nosotros porque la solidaridad no quiere peanas de gloria solamente busca salvar al que corre riesgo sin importar con ello dejar su vida en el empeño, pues se vive para servir.
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