PLAZA DE LA IGLESIA

Hola todos, todas, todes

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Me cansa escuchar hablar sobre el lenguaje inclusivo como si todos los males de este mundo tuviesen su origen en ello. Es más, no soporto esa insistencia cansina por evitar el masculino genérico como si el género masculino, es decir, el hombre, fuera el principio y el fin, el culpable, de todo lo que acontece de forma negativa.

De hecho, pienso que el lenguaje inclusivo se ha convertido más en una herramienta ideológica que en otra cosa. ¿De verdad creen ustedes que seremos más inclusivos si cambiamos la lengua inventándonos estas palabrejas? ¿Seremos más humanos e iguales?

Además de hacerlo farragoso (el lenguaje) de forma gratuita y de cargarnos la riqueza de nuestra lengua castellana, caemos en la ignorancia más severa. Culpa de ello lo tiene, entre otras cosas, la desvalorización de las lenguas clásicas, pero eso es ya otro tema. Al caso, además de lo anterior, pienso que hemos caído en una especie de dictadura lingüística. Si no utilizas el lenguaje que algunos han determinado en llamar “inclusivo”, te tachan de homófobo o de arcaico.

Es más, si en el discurso que has de pronunciar o en el artículo que has de publicar, no integras esas palabrotas inventadas e ideologizadas, estará mal visto, no sólo por aquellos, también por ti, aunque no compartas esta postura. Te harán sentir mal. Al final, terminarás por acatar la dictadura lingüística y comenzarás tu saludo diciendo “Hola a todos, todas, todes”. Suena hasta ridículo.

Hace unos días leía una publicación que decía: “En el castellano existen los participios activos como derivados de los tiempos verbales. Así, el participio activo del verbo atacar es “atacante”, el de cantar “cantante”, el de existir “existente”. Sin embargo, el participio activo del verbo ser es “ente”, que significa “el que tiene identidad”, “el que es”. Por ello, cuando queremos nombrar a una persona que denota la capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a la terminación, “ente”. Así, al que preside, se le llama “presidente” y nunca presidenta, independientemente del género del que realiza la acción. De la misma manera; estudiante, independiente, dirigente o residente”. Este fragmento leído hace unos días me hizo pensar que, por esta razón de ignorancia e incultura, también de ideología, muchos de nuestros hijos serán unos analfabetos parlantes, además de estar manipulados ideológicamente.

Soy incapaz de tomarme en serio a alguien que diga “todes” o “amigues”. Lo llaman lenguaje inclusivo cuando no es más que una maquinaria ideológica infantilizando la lengua. Por favor, háblame con propiedad.

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