Israel pierde otro margen protector

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Juan Luis González Pérez | bits rojiverdes.org

Estaba claro que la última masacre de Gaza no le iba a salir gratis a Israel. La crudeza de los crímenes de guerra y contra la Humanidad ejecutados por el sionismo ha supuesto para muchos la gota que ha colmado el vaso. 21 años sin avances negociadores, plagados de intervenciones militares contra una población desarmada y cada vez más paupérrima, es algo que supera la capacidad de aguante de la opinión pública y, por ende, de muchos estados. La popularidad del uso de internet, el masivo uso de las redes sociales, la ubicuidad de personal voluntario y de informadores en las zonas de conflicto, la existencia de prensa global independiente del mainstream occidental, han contribuido inequívocamente a que la propaganda israelí sucumbiera ante las evidencias de las cruentas imágenes que llegaban a las redes y que, la prensa corporativista ya no podía seguir ocultando.

Las fórmulas negociadoras aprobadas en Oslo fueron de inmediato pervertidas por Israel, como se ha podido comprobar e incluso oír en declaraciones espontáneas de dirigentes israelíes colgadas en la red. «Les haremos negociar 25 años sólo para dar el primer paso», espetó premonitoriamente Menahem Begin, desvelando la estrategia que ha acabado por exasperar a muchos líderes de la Unión Europea. Y es que, además de paralizar las negociaciones eternamente, Israel no cesa de ocupar Cisjordania con más y más asentamientos ilegales, mientras continúa sin cesar la limpieza étnica de Jerusalén. Es decir, se están adoptando unilateralmente decisiones sobre el terreno que impedirán alcanzar un acuerdo de paz y que imposibilitan de facto la creación de un estado palestino viable junto al estado israelí, como afirman farisaicamente sus líderes una y otra vez.

Israel, con estas acciones, demuestra fehacientemente que no quiere la paz, realmente nunca la quiso. Sólo ha puesto en marcha un plan para robar por la fuerza a los palestinos lo que la ONU no les regaló —ilegalmente— en 1948 de la Palestina histórica, en una extralimitación clara de sus funciones no respaldadas por el derecho y sus propias competencias.

Contra tanta evidencia, la recurrencia a los mantras habituales de la diplomacia sionista, para su propia desgracia, ya no surte los efectos de años atrás. No se puede fiar la finalización del proceso de paz a un entendimiento entre dos partes cuando una de ellas nunca ha manifestado interés alguno por llegar a un acuerdo y, mucho menos, por un acuerdo justo basado en la legislación internacional y en las resoluciones de la Asamblea y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con tanto desequilibrio como el que existe entre invasor e invadido, entre uno de los mas fuertes ejércitos del mundo y un puñado de milicias irregulares, nunca llegará la paz.

Ese es precisamente lo que la Unión Europea, o al menos algunos de sus miembros, parece que pretenden solventar con los movimientos políticos que están adoptando en fechas recientes. Primero el gobierno de Suecia y luego las cámaras de representantes de Reino Unido, Irlanda, Francia y España, van a instar a sus ejecutivos a reconocer al estado palestino a corto plazo. Es probable que pronto se sumen otros estados europeos, en lo que puede ser la pérdida de uno de los apoyos seguros con los que contaba el sionismo en un momento en que las relaciones con su marioneta norteamericana no pasan precisamente por su mejor momento.

Pero no nos engañemos, el reconocimiento europeo de Palestina es también un espaldarazo al amortizado y denostado presidente Abbas frente a sus rivales de Hamás, que ha salido muy reforzado tras las victorias relativas alcanzadas sobre el ejército sionista durante las últimas incursiones militares sobre la Franja. Del mismo modo, es posible que exista también cierta dosis de oportunidad en los movimientos diplomáticos del viejo continente, ya que en las últimas semanas se ha producido un aumento de la violencia en Cisjordania que, para algunos, presagia en surgimiento de la III Intifada. De tomar cuerpo la hipótesis del levantamiento, lo primero que se pondría en cuestión es la figura del presidente Abbas, quien ha pilotado la nave palestina hacia hacia la nada durante los últimos 10 años. Así las cosas, generar un poco de esperanza quizá pudiera contribuir a calmar los ánimos.

A pesar de los indiscutibles avances mencionados, ni en Europa las tiene Palestina todas consigo. Queda por ver qué harán los acomplejados alemanes, o países muy proclives a Israel como Holanda y Dinamarca. Pero sobre todo, queda por ver qué hará el líder de la diplomacia europea. Obama ya tildó de «prematuro» el reconocimiento sueco —¡66 años después!— y no se sentirá muy cómodo con la nueva situación, veremos qué hace o qué puede hacer después de haber perdido el control de ambas cámaras en favor de los republicanos.

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