José Lozano Pino, un escritor de la memoria

A sus ochenta y cinco años, lo primero que llama la atención en José Lozano Pino es su sobresaliente memoria y las ganas de contar las muchas cosas que en ella guarda.

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Alfonso Pecino | Etnógrafo. Asociación Palestra

Nacido en la vecina Alcalá de los Gazules, a los escasos veinticinco días ya estaba en Los Barrios, en la casa familiar al filo de la antigua carretera a Jerez en la zona de La Polvorilla. Un paraje que siempre ha manifestado una especial vivacidad, sin duda, fruto de su situación en el cruce de caminos y veredas, lugar de campos abiertos al pie de varias sierras y con abundante agua, y no menos trasiego de gentes y acontecimientos.

Tanto es así que la casa donde José pasó sus primeros treinta y cinco años antes de venirse a vivir al pueblo, se situaba sobre uno de los más interesantes asentamientos de aquellos primeros grupos humanos prehistóricos en nuestra comarca en el muy lejano Paleolítico. En privilegiado lugar vino a “sembrarse” José.

De aquellos años en el campo atesora José infinidad de acontecimientos y pasajes de una realidad llena de crudeza y severidad, pero que recuerda sin acritud ni resentimientos, aunque lejos de esas visiones románticas que tienden a endulzar lo pasado.

Por eso sus escritos resultan próximos, cercanos, creíbles, fiables y nos hacen caminar por senderos propios y conocidos para muchos de nuestros vecinos y reconocibles e identificables por los que, siendo más jóvenes, los hemos escuchado relatar desde pequeños.

Y es que José Lozano, no lo he dicho antes, es escritor. Y lo es desde no hace tantos años. Después de su temprana jubilación, aquel niño que no conoció colegio, que no eran tiempos aquellos años cuarenta y en el campo de tales prioridades, desempolvó la olvidada máquina de escribir que bastantes años atrás había comprado en Ceuta para su hijo y se puso, “con dos dedos” y el apoyo de sus hijos, a pintar de tinta negra tantos recuerdos y experiencias.  

Ha escrito y editado tres libros. El primero, “Mi vida”, de carácter biográfico, de recuerdos, experiencias y sensaciones más intimistas, tuvo su continuidad en “Lo que era el campo de Los Barrios y ya no es”, en el que profundiza aún más en el repaso a esa memoria personal y colectiva que todos incorporamos pero que pocos, como José, son capaces y saben compartir y devolvernos.

Su tercer libro, ya animado en la escritura, fue la curiosa y ágil novela “Gaspar y sus potros”.

Además de estas obras, José ha escrito varios relatos cortos, entre los que cabe destacar las dos narraciones que presentó al Concurso “Abuelos y nietos. Nietos y Abuelos”, convocado por la Diputación de Cádiz, en los que consiguió un tercer y un primer premio, los años 2013 y 2014, respectivamente.

Y es que nuestro autor es sencillo que no simple, humilde que no apocado y no es persona de amilanarse ante los retos. Y escribir es uno de ellos.

Y para salir victorioso de esta maravillosa batalla letrada, José se armó de sus mejores armas. Una prosa ligera y directa, que imprime fluidez a un relato in extenso de los episodios vividos en primera persona y de los conocidos muy de cerca. La naturalidad y espontaneidad de la palabra no deja mucho hueco a escondrijos innecesarios, y tampoco al exabrupto, al enredo facilón o a lo inconveniente, antes al contrario, con honestidad, lo que ha de reservarse se avisa.

Así, siendo informador de sus propios hechos y de las circunstancias, situaciones, tiempos y espacios donde se han desarrollado, nuestro autor consigue en su obra una notable carga de humanidad con la que nos inunda de nuestro pueblo, de nuestras gentes, de sus vidas y sus historias para así convertirse en narrador activo de experiencias vividas aquí, y convertir su obra en un lugar imprescindible para todos aquellos que queremos tener más herramientas para saber quiénes somos.

Su narrativa es un arma contra el paso del tiempo y el olvido de lo cercano y de lo cotidiano, una defensa del valor de la memoria y las memorias.

Los Barrios, sus gentes y su historia reciente, tiene una deuda de gratitud para con José Lozano Pino, este vecino y escritor que con nobleza un día se atrevió a desempolvar su máquina de escribir.

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