El martes 10 de enero sobre las 21,29 horas recibí una llamada telefónica de mi buena amiga, la polifacética artista Juana Mari Moreno, diciéndome: “Pepe, me acaban de comunicar que me han concedido el Premio Ateneo. Eres el primero al que se lo digo, porque sé que te alegrarás mucho”.
No sabes, lo que me alegro, le contesté, porque eres la flor de la canela de la cultura y las artes. Siendo un reconocimiento más que merecido, porque son muchos los años que llevas brotándote arte y talento allá donde te requieren y actúa con un micrófono cantando o presentando algún acto cultural, artístico, social o benéfico.
Premios, estimada amiga, a manojos te han concedido a lo largo de tu dilatada carrera, pero este es muy especial, porque procede de la cultura en el más amplio sentido de la palabra. Además, eres la primera mujer que obtiene tan preciado galardón.
La noticia del premio ateneo a Juana Mari Moreno fue difundida y caló en todos los sectores de la sociedad algecireña. Pero mucho más en los que tenemos el privilegio de tener a Juana Mari como amiga. Tanto es así, que Vicente Marcet y Emilio Herrera, al estar henchidos de felicidad por tal importante reconocimiento a nuestra diva, organizaron un modesto homenaje en el que estuvimos presentes sus amigos más allegados, celebrándose el pasado miércoles 18 de enero en el Casino de Algeciras.
Tras los brindis y enhorabuenas llegó el momento cumbre, cuando Vicente Marcet le solicitó a Juana Mari que nos recitara algo sobre el Romancero Gitano de Federico García Lorca. Ella, como si se encontrara en el escenario del Teatro Real de Madrid, comenzó a capela un extraordinario recital comenzándolo con el Romance de la luna, luna. Juan del Castillo, exclamaba: “¡por día recita mejor!”, y a Gabriel Medina se le caían lágrimas como puño, cuando recitó el Prendimiento de Antoñito El Camborio en el camino de Sevilla.
La emotividad de tan importante momento, recitando y cantando Juana Mari Moreno, fue de tal importancia, hasta el punto que su caviar cultural y artístico pudo ser apreciado y saboreado por personas ajenas a este loco mundo de la cultura y las artes, que se encontraban en un salón contiguo esperando el comienzo de la retransmisión del partido de fútbol de copa entre el Madrid y el Barça. Siendo jaleada en un final de fiesta, en el que hasta María Teresa se arrancó con un fandango dedicándoselo.
Juana Mari, posteriormente, se dirigió a mí diciéndome: “Todo el mundo me ha dicho algo bonito menos tú, guapo”. En esos momentos, Emilio Herrera, me echó un capote diciéndole: “Pepe es muy tímido y ahora con su silencio está disfrutando de tu arte y de tu felicidad junto a nosotros”.
Así fue en aquel momento, querido Emilio, pero, sin embargo, hoy a través de estas páginas, no sólo os dedico esta tribuna, sino que le doy a Juana y a vosotros, mi más sincera enhorabuena, porque es un inmenso honor teneros como amigos.
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