La atención primaria


La atención primaria, precisamente por eso mismo, por ser tan primaria, tan básica y tan esencial en la vida de los ciudadanos, debería haber sido la    primera en volver a la asistencia presencial.

Comprender esto es fácil., porque para el Covid ya estaban quienes estaban, mientras que muchísima gente (miles y miles) ha empezado a malvivir por males mal atendidos que antes de todo esto se hubieran solucionado sobre la marcha, después de haber conquistado durante muchos años de una seguridad social de la que podíamos presumir todos con razón.

 

Todo lo demás, todo lo que ha ido volviendo a la normalidad más absoluta, es secundario o terciario si se quiere. Y, sin embargo, todo esto desde la educación, la administración, el comercio, el ocio, la cultura, todo esto ha vuelto o lo está haciendo en este preciso instante. Hasta los mismos ensayos de los costaleros, hasta las primeras pruebas con procesiones disfrazadas, ahora, de traslados o de Santo Rosario.

Entonces, ¿Por qué tenemos que seguir llamando por teléfono para que nos den cita y esta lo hacen a través de otro teléfono que ya nos llamará un día a lo largo de toda la jornada?.

 

El asunto se ha vuelto ya en otro rifirrafe político porque el Servicio Andaluz de Salud que depende del PP que es quien gobierna Andalucía y muchos municipios que están sufriendo esta atención telefónica son gobernados por otros partidos. Y llegamos a lo de siempre.

 

Pero es que la solución debería ser diferente a una motivación de disputa política o ideológica, sino que la resolución debe basarse en la lógica. Claro que esto puede tener alguna motivación que se nos escape y, por tanto, nos sea incomprensible.

 

Porque estamos viendo los estadios de fútbol  con miles y miles de personas, el autobús  que va  hasta la bandera, la escuelas se llenan de niños con mascarillas….y la preocupación generalizada de la gente para que  el carnaval, la Semana Santa y la Feria vuelvan a ser lo que eran mientras en los centros de salud, te reciben con los bancos sellados y puestos al revés para que nadie se atreva a acercarse a ese templo del silencio que antes era la sala de espera de ciudadanos esperando que les atendiera su médico o estar en cola en la calle (Caso del Centro de salud del Saladillo).

 

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