La Bahía no tiene quien le escriba

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Patricio González

El Puerto de Algeciras es el puerto con mayor tráfico de mercancías de España y está en el top cinco europeo. En 2013, recibió más de 60 millones de toneladas (+2,26% respecto a 2012), dos millones más que Valencia y más del doble que Barcelona. Sus conexiones con Bobadilla, fundamentales para revalorizarse en las ligas internacionales, siguen siendo decimonónicas: 176 kilómetros sin electricidad, con pendientes elevadas y un gasto enorme en diesel para desplazar mercancías que podrían viajar mucho más rápido (y barato). Esta es la realidad.

Sin embargo, existen otros factores. Valencia es del PP; igual que Murcia -justo donde frena con brusquedad el corredor mediterráneo-; mientras que Cataluña juega con las amenazas de CiU, federación experta en frentes negociadores. Los intereses de este alargado brazo costero los representa Ferrmed, un lobby que ha demostrado habilidad al engañarnos a Andalucía y hacerla creer que se encontraba en el entramado. De hecho se le ha alabado desde distintas instancias desde aquí.

Se ha producido un movimiento importante, éste en el terreno de la semántica, ha consistido en cambiar de nombre el corredor central y denominarlo corredor atlántico. La Junta y el lobby antequerano han comprendido que la expansión es más fácil a través del que Bruselas define como corredor 4: Algeciras-Antequera-Córdoba-Linares, desde ahí hasta Madrid, y a partir de entonces una línea que cubre Ávila, Valladolid, Palencia, Burgos y Vitoria (permitiendo una salida al puerto de Bilbao), y después San Sebastián, Burdeos, Poitiers, Orleans y París. La Red Logística andaluza, integrada por siete núcleos portuarios y cuatro interiores, cuenta ya con su propia telaraña. Almería, que aguarda pacientemente su lento enlace con Murcia, vería salvados sus intereses si prospera esta opción y a la espera de que algún día Madrid espabile y acelere los trabajos en marcha. El despliegue actual funciona así: Almería y Jaén están unidas por Linares, Granada y Málaga por Antequera y Cádiz, Huelva y Sevilla por Córdoba. Pero también en Andalucía falta el cuello de botella. Falta el enlace Algeciras-Bobadilla.

Si en tres años el Gobierno Cetral ha inyectado 3.363 millones en el corredor mediterráneo, el atlántico apenas ha recibido 65. Actualmente, sólo está licitada en el vital tramo andaluz una obra de 2,8 kilómetros. Desde el 1 de enero de 2013 el radar registra cero actividad en la zona. Cero.

España incumple dos reglamentos de la UE con la catalogación perpetrada en el Pitvi: se trata de los reglamentos 1315/2013, sobre orientaciones para el desarrollo de la Red Transeuropea de Transporte, y 1316/2013, que crea el mecanismo Conectar Europa. Este tipo de norma, a diferencia de las directivas comunitarias, es de aplicación directa. Conectar Europa no ofrece dudas: respecto al corredor Atlántico (Algeciras-Madrid) establece que las obras “empezarán antes de 2015 y deberán finalizar en 2020”, justo los mismos plazos que se fijan para el ramal Valencia-Tarragona-Barcelona. Respecto a la sección que ha de maridar Almería con Cartagena, Murcia y Alicante, tan sólo se habla de “estudios y obras”.

Europa le concedió a la comunidad doble prioridad -doble corredor- no sólo por la relevancia algecireña sino por ser la única región del viejo continente que mira a la vez al Atlántico y al Mediterráneo. Las obras han de iniciarse a la vez, no de arriba a abajo, como a veces ha sostenido el Estado. Con el Pitvi, Madrid consolida el círculo vicioso: Algeciras-Bobadilla no tiene mucho tráfico porque carece de las infraestructuras mínimas, y al no recibir dinero para modernizarlas, tiene poco tráfico. Bruselas exige que el rompecabezas se resuelva ya. Sus reglamentos están ahí.

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