La enfermedad de mi amigo


 

José Salguero Duarte | Escritor

Finalizados los días de descanso que disfrutaba, he intentando proseguir aislado sobre cierto discurrir político, económico y social que me rodea. Pero una vez regresado a la urbe de esta jungla donde me ha tocado vivir, al sur del Sur de Andalucía en el Campo de Gibraltar; no lo he podido conseguir, porque como dijera Rafael ‘El Gallo’: “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”.

Y es imposible de que no lo consiguiera, porque mis voluntarias obligaciones periodísticas contraídas me lo impiden, porque tengo que estar al día de todo cuanto se cuece, en los saraos cercanos y alejados de esta España cañí de panderetas, palanganeros y demás impresentables faltos de dignidad y de ética.

Por ello, nada más aterrizar en la rutina de esta civilización incivilizada, fui bombardeado por todos los flancos, acerca de aconteceres políticos acaecidos recientemente. Pero al ser más de lo mismo de cuanto pasó en la política española en el pasado 2012; lo fui digiriendo sin ningún sobresalto, y sin que me afectara lo más mínimo, al tener la intención de que no me siga dañando ciertas indecentes prácticas políticas.

Aunque, hace unos días, al saludar a un gran amigo, me dijo: “Me encuentro enfermo, la cabeza me dicta una cosa y el cuerpo actúa de forma distinta. Te pido que te alejes de mí”.

Al ser mi interlocutor quien es y lo que representa para sus amigos entre los que me encuentro, me preocupó bastante esa expresión, por lo que no me alejé de él de ningunas de las maneras; haciéndole, por el contrario, más caso que en otras ocasiones, porque me percaté que esa enfermedad que le afectaba tanto, la he padecido en muchísimas ocasiones en el discurrir de mis días.

Por ello, al intuir cual era su mal, y al tener mi amigo una urgente necesidad de escupir de sus entrañas lo que le aterraba. Con sutileza ‘le tiré’ de la lengua, de igual forma que lo hacen ‘los buenos’ de los servicios secretos, para empaparse de lo que proceda con escuchas o interrogando.

Consecuentemente, sin prisas pero sin pausas, en clave de sol en segunda línea de mi pentagrama, comenzó a crear su conmovedora obra, abriendo sus compuertas de par en par exclamando: “¡Cómo es posible que el exministro de Economía del Gobierno estatal del PP de José María Aznar, expresidente del Fondo Monetario Internacional y expresidente de Bankia, Rodrigo Rato; a pesar de estar imputado de varios delitos por el caso Bankia, lo hayan fichado hace unas horas en Telefónica”.

Contestándole -son los mismos, pero con distintos collares. Por ello, no me extraña lo más mínimo que haya sido fichado por Telefónica, porque en esa compañía de ‘Las Matildes’, de Villalongas y de otros muchos afines a las distintas siglas políticas, acoge en sus pechos no sólo a distinguidos desechos de la política española, sino hasta al yerno del Rey de España, Iñaki Urdangarín, imputado por el caso Nóos-.

Mi amigo, se mostró más alterado aún al oír lo que le dije, replicándome: “Mañana daré de baja todos mis líneas de Telefónica, porque no quiero contribuir a mantener a gente como Urdangarín, Rodrigo Rato, Zaplana y otros muchos”.

La conversación transcurría mientras paseábamos disfrutando de la benigna climatología reinante por céntricas calles algecireñas. Teniendo mi amigo que hacer con urgencia una llamada telefónica a su esposa, para preguntarle cuántos pollos tenía que comprar en el Kaporal para almorzar. Por lo que, le solicitó el móvil a un tercer amigo que nos acompañaba. Diciéndole con mucha guasa cuando se lo cedía: “Toma un ratito”.

Mi amigo, el malhumorado, al oír eso y comprobar que dicho teléfono era de Telefónica se subió por las paredes, al entender que ese “ratito” no se refería a que fuera corto el ratito de tiempo que durara su llamada, sino que, el referido móvil al ser de Movistar contribuye a que a Rato le paguen ya, sustanciosas sumas de euros por el nuevo cargo que ocupa en Telefónica.

Menos mal, que no revoleó el móvil, pero algo le hizo al quedarse el terminal totalmente bloqueado; teniéndole que ceder el mío, el que por supuesto no es de Movistar. Pero si lo fuera, ya lo hubiera dado de baja sin más preámbulos, porque soy de la misma opinión que mi amigo el malhumorado, y no quiero mantener a presuntos parásitos, pero mucho menos a altos cargos de Telefónica procedentes de la política española.

El asunto de Rato se fue difuminando. Y una vez mi amigo supo los pollos que tenía que comprar, me comentó que “España no tiene solución y menos con la entrevista que concedió el Rey de España a Jesús Hermida”.

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