La fuerza que lo une todo

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Los seres humanos la tenemos, y aún así intentamos una y otra vez a espantarla, la fuerza llamada amor. No obstante, la necesitamos, la buscamos, la anhelamos cuando no la encontramos. 

¿Pero qué es, en qué consiste esta fuerza?

No lo sé, pero siempre que aparece la reconozco. Cuando nos envuelve el amor (y aquí no diferencio entre amor erótico, de amistad, de madre, de hija …), no hace falta dar explicaciones, no hay dudas, no hay defensas, ni culpa, ni razón. 

Lo fascinante es que todo lo que hay escrito sobre el amor habla de esa fuerza, y cuando se nos abre el corazón y la sentimos, las poesías y los textos que se han escrito sobre ella cobran sentido. 

Quiero compartir un precioso poema del autor austriaco Erich Fried.

Es lo que es
Es absurdo, dice la razón.
Es lo que es, dice el amor.
Es una desgracia, dice el cálculo.
No es más que dolor, dice el miedo.
Es inútil, dice la cabeza.
Es lo que es, dice el amor.
Es ridículo, dice el orgullo.
Es insensato, dice la razón.
Es imposible, dice la experiencia.
Es lo que es, dice el amor.

Todas las religiones reconocen el amor como la fuerza más importante de todas, la fuerza que une el universo, la que le da sentido a las cosas. 

Dice el texto bíblico en la Primera Carta a los Corintios:

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.”

Escribir sobre el amor humano siempre será contradictorio, es un permanente sí pero no. El ser humano moderno ha aprendido a apartarse de lo que siente hasta tal punto que intenta racionalizar y controlar el amor. Lo rehúye, pero a la vez no puede. No podemos vivir sin amor, por eso estamos en constante búsqueda de sus sucedáneos: atención, reconocimiento, dinero, éxito, etc. Pero todos estos sucedáneos no valen nada si no tenemos amor. Mejor dicho: si no sentimos amor, ya que el amor lo tenemos dentro de nosotros. Es la fuerza que nos une al todo. Somos capaces de sentir amor haciendo una comida, acariciando un animal, preparando el jardín. Prácticamente todas las actividades las podemos sentir con amor, hacer con amor. 

Pero no podemos sentir amor si lo cortamos cuando entra por la puerta grande. Cuando la flecha de cupido nos toca, nos quita la capacidad de pensar con la razón. Es ese momento mágico cuando la puerta del corazón se abre. 

El amor sucede, no es algo que se busca, ni se hace, ni hay catálogos para elegir al amado. Con catálogos y condiciones en nuestra mente controladora no se abre la puerta del amor. No sabemos con quién ni cuándo ocurre, pero cuando ocurre no hay duda. Simplemente sabemos que es amor. No lo decidimos. 

Lo que sí decidimos es cortarlo si nos da miedo. Y para hacerlo tenemos una variedad infinita de herramientas humanas. Juicios, críticas, razonamientos miles para no entregarnos a la vida plena con amor. Desgraciadamente es lo que más hace el ser humano moderno. Curioso, ahora que tendríamos libertad para amar a quien queremos, nos lo impedimos con argumentos tremendamente contradictorios. Sí, pero no. Así vamos por la vida. Luchando contra esa fuerza que lo une todo. Menos mal que gana por aquí y por allí de vez en cuando. Si no fuera por la fuerza del amor, ya nos hubiéramos destruido. Lo estamos casi consiguiendo, pero no del todo. Gracias al amor que no comienza ni termina, y que vive en nuestro ser más profundo, bastante enterrado la mayor parte del tiempo. 

¿Por qué es tan difícil amar? ¿Tú lo sabes? 

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