La pescadilla que se muerde la cola, por J. A. Ortega


 

Se rumorea que el gobierno lleva a cabo gestiones para lograr que España sea intervenida “suavemente”. Vamos, para conseguir, y discúlpenme el símil, que no nos la metan a lo bruto y hasta el fondo como a los pobres griegos. Puede que a no mucho tardar los españoles nos veamos en la tesitura de tener que elegir no ya entre PP y PSOE, sino entre mantenernos en la UE y el euro a cualquier precio o no. Y dice esto un servidor, que ya en reiteradas ocasiones se ha declarado europeísta convencido. Europa sí, pero no una Europa hecha a la medida de Alemania y para Alemania, que, es verdad, es la que más ha contribuido al sostenimiento de esta unión mercantil y monetaria, pero también la que más beneficio ha venido obteniendo por ello.

“Uno de los principales problemas de España es el endeudamiento del sector privado, no el público”, Guindos dixit. Y esto no tendría la menor importancia si no fuera por el hecho de que sus compañeros de filas, tanto desde la oposición como desde el poder, no han parado de vender la moto de que la causa de todas las causas de nuestros males ha estado en el déficit. Un déficit de un estado el español cuyas dimensiones con respecto al PIB siempre han estado por debajo de la media de los principales países europeos, en contra de lo que algunos van afirmando por ahí. ¿Y adivinan cuál es la procedencia de una buena parte de los acreedores de la banca española que ha de salvarse cueste lo que cueste? ¡Bingo! La República Federal alemana. “Los rescates de los países en crisis son rescates de la banca acreedora”, escribía meses atrás un analista económico en el diario El Mundo. Nada más cierto.

“Estamos haciendo lo que Alemania hace 10 años”, ha dicho también nuestro ministro de Economía. Una mentira a medias. Hace 10 años España era el país que más crecía de la UE y Alemania estaba todavía pagando el precio de su reunificación. Pero hay que tener en cuenta, además, que por entonces los alemanes ya venían de vuelta de su viaje hacia el estado del bienestar y los españoles todavía nos encontrábamos en el de ida porque nos apuntamos a esa excursioncita con bastantes años de retraso.

Leía días atrás que el incremento en el gasto por prestaciones en desempleo ha dado lugar ya a un desvío de lo presupuestado para esta partida de más de un 5 por ciento. Una muestra elocuente de lo que ha venido sucediendo los últimos tres años. Sí, señores, nos encontramos ante la pescadilla que se muerde la cola. No hay que ser economista para saber que cuando se llega a un determinado grado de presión fiscal las subidas de impuestos ya no generan ingresos, más bien lo contrario, y los recortes, más perjuicios, por la recesión que provocan, que posibles beneficios, por mucho ahorro que supongan. No parece que muchas de las recetas que se están aplicando vayan a ser la panacea. Ni siquiera para aquellos cuya única preocupación, más que el interés de los ciudadanos, es cobrar lo que se les debe.

La solución no está en el que BCE anuncie la compra de deuda soberana de España e Italia. Eso es pan para hoy y hambre para mañana. La solución pasa por la creación de un auténtico banco central europeo. Y, por supuesto, que se avance con decisión y mayor urgencia en la aplicación de las medidas que se acordaron en la última cumbre europea para que no queden en papel mojado como ha ocurrido otras veces. Amén, cómo no, de iniciativas más arriesgadas, ambiciosas y valientes para la unidad política de este Viejo Continente, a ser posible con líderes con una mayor amplitud de miras que los actuales.

La intervención dicen que está al caer. Montoro se sentirá, pues, plenamente satisfecho. Está a punto de conseguir aquello por lo que invocaba en mayo de 2010. Y en el PP podrán dormir todos tranquilos. Ellos son unos chicos inocentes, inmaculados y sin responsabilidad ninguna. La culpa es toda de ZP.

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