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La preocupación por la mujeres afganas

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Estados Unidos se va definitivamente de Afganistán. A pesar de que muchos analistas eran escépticos con esta posibilidad y defendían que los anuncios de Trump y Biden eran falsos, dentro de unos días no quedará un marine en el país tras alrededor de 20 años de guerra. Los últimos militares que quedan están controlando el aeropuerto de Kabul para permitir la retirada de los invasores y de los afganos que colaboraron con la ocupación, encabezada por EEUU con sus aliados de la OTAN.

Sin embargo, de forma paralela, se ha lanzado una campaña mundial para la protección de las mujeres que quedarán a merced de los talibán, el grupo fundamentalista islámico suní que acaba de conquistar de nuevo el poder tras el impasse de la ocupación extranjera. Las estructuras del estado títere y corrupto impuesto por Estados Unidos, se han derrumbado como un castillo de naipes y ya se proclamó el temido Emirato Islámico de Afganistán. Es en este contexto donde, tras la defensa de los derechos de la mujer afgana, se manifiesta un cierto pesar por la retirada de las tropas occidentales, al aparecer como garantes de la igualdad de género en el país. Parecen olvidar que el país ha estado en guerra durante 20 años y han muerto centenares de miles de personas por causa de los combates, muchas de ellas mujeres y que, entre los civiles desplazados por el conflicto, que se cuentan por millones, la mayoría son mujeres y niñas. 

Obviamente, con esto no quiero decir que, ahora que los talibán han ganado la guerra, estas cosas van a dejar de suceder de la noche a la mañana. Sobre todo porque también hay llamamientos a la resistencia que no sabremos si acabarán convertidos en una nueva guerra civil. Pero sí que sorprende que nada de esto se organizase cuando los terroristas del al Qaeda o el Daesh casi conquistaron Siria o se hicieron con el poder en Libia. ¿Acaso las mujeres no pasaron de vivir en gobiernos donde se protegían sus derechos a estar bajo el jugo de terroristas peores que el talibán? Pero claro, como esas operaciones estaban bendecidas por occidente, la situación de la mujer no era algo relevante… Así que, cierto o no, permítanme que tenga la sensación de que estamos bailando, otra vez, al son que nos tocan los de arriba. Pero nada, firmemos todas las recogidas de firmas habidas y por haber y así nos sentiremos mejor con nosotras mismas.

¿Qué se nos había perdido en Afganistán para llevarnos allí 20 años? Oficialmente Bin Laden, un agente norteamericano pagado y entrenado por Estados Unidos para luchar contra la Unión Soviética. Justo por eso, en principio, la retirada pretendía cerrarse el 11 de septiembre, para así recordar la efemérides y vincular ante la opinión pública la guerra como una consecuencia del ataque contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001. Pero ya desde el inicio de la contienda se marcaron otros objetivos de los que ahora se está renegando: democratizar el país, hacerlo viable económica y militarmente y asegurar el respeto a los derechos humanos. Los no confesables tenían que ver con asegurar la hegemonía norteamericana en el sur de Asia y controlar el petróleo del Caspio para que no cayese en manos de Rusia y que el petróleo que llega a Europa no pasase ni por este país ni por Irán. Para ello necesitaba construir un oleoducto, conocido con el nombre de TAPI, como abreviatura de Turkmenistán, Afganistán, Pakistán e India. Eso es lo que realmente hacíamos durante la invasión. Nada que ver con motivaciones éticas, sino con el vil metal, como siempre.

Puede aducirse que, a pesar de todo, la situación de la mujer mejoró mucho en el país al apartar a los talibán del poder. Y no deja de ser cierto, pero a una escala muy pequeña. Los muyahidines islamistas controlaban aproximadamente la mitad del país aún con los invasores y los señores de la guerra, como decían las feministas afganas, sólo eran talibanes con las barbas más cortas. El estado creado por los invasores apenas se circunscribía a Kabul y poco más. El hecho de que, tras 20 años de invasión, sólo un tercio de las niñas del país estuviesen escolarizadas, lo dice todo. La aceptación que tienen hoy los talibán entre la población del país, mucho mayor que en su anterior periodo de gobierno y que supera el 50%, es lapidaria. En la calle podría imperar la constitución, pero en las casas siempre mandaba la sharía patriarcal. Cuando hablamos de estas cosas, siempre recuerdo a una feminista italiana decir que entre los grandes avances de la intervención militar estaba que las mujeres ya no caminaban detrás de los hombres, a lo que una compañera mejor informada le espetó: ¡claro, ahora van delante por si hay minas en el camino! Pues eso.

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