La primera vez que conocí la existencia de una alcaria, o mejor una doble alcaria llamada Dos Barrios, fue en 1990, cuando revisando documentos del Archivo de la Real Chancillería de Granada hallé un interesante pleito del conde de Luque contra algunos gibraltareños que, tras la pérdida de su ciudad (1704), se establecieron junto a la ermita de San Isidro, en el cortijo de Tinoco, a los que acusaba de usurparle terreno del Cortijo Grande de su propiedad.
Mi corazón dio un vuelco como pocas veces sentí en mis investigaciones, al leer que un doble traslado notarial de los siglos XVII y XVIII citaban la existencia de mi pueblo natal, llamado entonces “dos Barrios”. Las palpitaciones subieron de tono al ver que el documento original, copiado literalmente aparecía fechado en 1437. La fecha más antigua hasta entonces referida a Los Barrios. Luego al recibir las fotocopias del documento y estudiarlo con más detenimiento, comprobé que esa fecha debía estar equivocada y tendría que retrasarla algo más de medio siglo.
Aquel mismo verano, Ramón Chamizo dio la primicia informativa de tan importante documento para la historia local de Los Barrios en el periódico Europa Sur (1990), donde anunciaba algunos detalles al respecto y que con más detenimiento su autor estaba realizando un estudio amplio sobre esa donación realizada por el duque de Medina Sidonia.
Un par de trabajos míos dieron más información al respecto. El primero fue una ponencia expuesta en el I Seminario Nacional sobre la Presencia Española en el Norte de África, celebrado en Melilla (1991). El otro una comunicación presentada en las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar, realizadas en Tarifa (1992). Ambos se publicaron poco después (1993) y ahora se pueden consultar libremente en internet.
En el primero expuse casi todo lo que entonces sabía del linaje Bocanegra y del propio Martín de Bocanegra, el beneficiado por la donación del III duque de Medina Sidonia de aquellas alcarias de Dos Barrios o Los Barrios, pero tal vez me precipité al decir que aquél era eclesiástico, posibilidad que parece incompatible con el cargo civil de alcaide de Medina.
En ese trabajo expuse que la fecha correcta del documento de dicha donación ducal quizá era 1497 y podría vincularse con la conquista de Melilla, que ese mismo año ordenó Juan de Guzmán, III duque de Medina Sidonia, en la que participó activamente Martín de Bocanegra, que entonces era alcaide del castillo y fortaleza de Medina Sidonia.
El supuesto carácter eclesiástico de Martín de Bocanegra lo deduje de una conversación informal con la duquesa de Medina Sidonia que tuvimos en Sanlúcar de Barrameda, donde me dijo que en la documentación ducal se citaba a un Bocanegra eclesiástico en Gibraltar y que había leído que el duque descansó alguna vez en Los Barrios camino de Gibraltar.
Unos años después en un acto celebrado en Jimena de la Frontera, al saludar brevemente a la duquesa discrepó del contenido de mi ponencia citada, sin precisar nada al respecto. Quizá por considerar eclesiástico a Martín de Bocanegra; por vincular la donación con la conquista de Melilla; o tal vez porque no le agradó que le dedicase aquel trabajo.
Es cierto, que en aquella conversación de Sanlúcar pudo existir una confusión mutua al identificar a Martín de Bocanegra con un descendiente suyo, que sí fue eclesiástico en Gibraltar. Éste último sería Sebastián Daza Bocanegra, probable hijo del regidor gibraltareño Luis de Bocanegra y nieto de Martín de Bocanegra, como ya expondré con más detalle en un estudio crítico de esa donación, postergado desde hace tiempo por diversos motivos.
En la comunicación de Tarifa, desarrollé el significado de alcaria. Opté por el antiguo nombre castellano de alcaria (sin acento) y no alquería, que ahora significa “casa de labor”, mientras al-qarya o alcaria era una verdadera “población musulmana”. En el reino nazarí de Granada existió incluso alguna otra alcaria doble, con una pequeña y modesta mezquita para sus escasos habitantes, algún horno de pan y un cementerio para sus difuntos. Muchas de ellas rodeadas de una cerca o muro de tapial e incluso frecuentemente con una torre defensiva.
Las alcarias de Dos Barrios tenían también una torre defensiva en el siglo XV, o mejor una “casa-torre”, cuya ruina duró hasta principios del siglo XVIII, cuando llegaron los exiliados gibraltareños y tomaron sus piedras para la casa del regidor Juan de los Santos Izquierdo.
Ambas alcarias de Dos Barrios con su acebuchal pasaron por herencia a diversos familiares de Martín de Bocanegra hasta llegar a Leonor de las Casas y Mesa, llamada también Leonor de las Casas Bocanegra, que las recibió, junto a otro terreno de labor o cortijo contiguo, de su padre el capitán Bartolomé de Mesa Lidueña, como dote nupcial en su matrimonio con Alonso Pérez Tinoco, cuyo apellido Tinoco, finalmente daría nombre a aquel cortijo.
Cuando llegaron los exiliados gibraltareños (1704), una de las alcarias de Dos Barrios, ya también llamadas Los Barrios, estaba rodeadas de una cerca de palos y ramas; donde entonces existía la ermita de San Isidro, erigida unos años antes por el chantre Bartolomé de Escoto y a su alrededor esos gibraltareños edificaron algunas viviendas. La otra alcaria, situada entre las actuales calles Maldonado y Alcaría (ya con acento), estaba rodeada de un cercado de piedra seca y en ella otros gibraltareños hicieron sus viviendas; siendo ésta alcaria, donde el conde de Luque reclamó la supuesta usurpación de terreno del cortijo Grande, de su propiedad.
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