(Los carros a los que hacemos alusión en este comentario no son aquellos en los que nuestros padres y abuelos llevaban el trigo y garbanzos a la era para su posterior trilla, ni los que, ayer y hoy, llevan a nuestro santo patrón San Isidro o lo acompañan en su bonita y admirada romería. Todos estos , carretas y carruajes, son merecedores de otras líneas, pues merecen nuestra mayor consideración y respeto. Los de hoy son muy distintos, pero están, por desgracia, muy de moda en esta rabiosa actualidad).
Ya parece que han encontrado el carro que buscaba Manolo Escobar, pero no estaba, como decía él . en el río: lo halló Sánchez Gordillo y es el carro no para hacer romerías, ni para irse por caminos polvorientos cantando y felices, no es esa carroza donde, con la ayuda del descorche de unas botellas de cualquier tipo de vino, se olvidan los romeros de la vida de los problemas propios y ajenos. No, ese carro , el de Mercadona, es el que los ciudadanos quieren que llegue a sus casas lleno de lo necesario, de las viandas precisas para hacer el duro camino del vivir, sendero que cada día se vuelve más tortuoso , angosto y con múltiples obstáculos. Todo carro necesita un carretero y el del supermercado parece que quiere ser Gordillo, que va gritando por los caminos resecos y polvorientos de nuestra Andalucia: ¡Pan, para todos, pan!
Que cese Manolo Escobar de preguntar por su carro, el único que todos buscamos es el de la compra. Gordillo aprovechó la siesta de los que duermen en no sabemos que esperanzas de laureles y dio un aviso, aunque la forma deje mucho que desear, quiso despertar a la gente que va subida en otro tipo de carro bien distinto, con la dura realidad: no se conformó con la cesta, quiso el carro para demostrar a todos que por ese , por conducirlo lleno es por lo que merece la pena hacer camino.
Mientras, otros buscan en Marte desconozco que fuentes de riqueza, de lo que si estoy totalmente seguro es de que en esos viajecitos espaciales se nos vuelan miles de millones de dólares, cantidades astronómicas, robos terribles al globo del mundo que lo que hacen es desinflarlo económicamente a cambio de unas instantáneas de unos campos marcianos, buscar en desiertos lejanos acrecentar más y más el pozo negro en el que este mundo, este planeta Tierra está metido
Esos derramando dineros por el espacio, dejando estelas crematísticas por el universo. Igual, pensando con nuestra bonhomía la propia de hombre de campo, un día caen sobre nuestras manos cual maná, pero , como ese singular maná nunca va a llegar;al mirar cada noche “esas ventanas del cielo”, esas estrellas rutilantes , pensaremos que ingrávidos en ese espacio sideral la Nasa ha dejado otros carros que ha tirado, y, con ello, cual fuegos de artificio ha vertido ingentes capitales que ni siquiera podemos ver su brillo, pues al menos si supiéramos que están ahí, cuando caen las gotas de lluvia miraríamos si en alguna de ellas o en algún copo de nieve venia una de aquellas, esas ruedas monetarias que, cual pepita de oro son las únicas que ayudan a rodar al carro económico.
El carro del que es carretero Gordillo lleva comida, pero hay otros carros , como el de las Preferentes, que van cargados de billetes y no sabemos su rumbo . Un día, unos buenos y honrados ahorradores fueron, confiados y de buena fe, con su cartera a un director de una sucursal bancaria y, allí donde menos se lo esperaban fueron atracados con toda la amabilidad del mundo, exclusivamente con la buena palabra y, en el carro de esas entidades bancarias quedaron esos milloncillos perdidos para siempre, pues ahora, se sabe en qué carro entraron, aunque algunos ya hasta cambiaron de nombre fusionándose y haciendo juegos de escondite diversos, cambiando de carreteros y practicando el despiste para aburrir al indignado cliente, pero desconocemos dónde están los dineros. Esos engaños, el llevarse en un carro bancario los ingresos de esforzados trabajadores, el convertir un dinero muy limpio en sucio, eso sí que es un delito. Esos son carros ladrones y sus conductores, de traje y corbata, unos engañadores que, prometiendo seguridad y nunca riesgo, se llevan en no sé qué furgón lo que no les pertenece. Encima hasta se van riendo y mofándose los muy cínicos. Menuda banda!
Carros de dinero que se los llevan a cuadras desconocidas, seguro que para jugar , esos bancarios carreteros, no una partida de cartas vulgar en una tasca cualquiera pero si en otro tipo de inversiones que les haga crecer y engordar en sus vicios, mientras un pobre español llora de rabia e indignación porque no le han robado su carro, le ha quitado, un ladrón de guante blanco, su pequeña billetera y hasta , para colmo, le ha hurtado hasta sus señas de identidad.
Que nadie nos hable de carros y carretas porque todos estamos extenuados de hacer romeras manifestaciones y siempre vemos, solamente la polvorera y el humo que provocan los que quieren cerrar y ocultar las roderas de carros Preferentes Los que también parece que quieren inculparnos, a los de a pie , de que, si el carro de España se atasca en el barro y fango que ellos han provocado, somos nosotros nuestros cansados hombros , los que nunca vamos ni iremos en el carro, los que tenemos que empujar para sacarlo del socavón en que lo han metido los que nunca se bajan de él y sigue gritando: Arre!
Pero nos parece que más bien no les interesa el avance y si que, para que acudan más ladrones, dejar a este singular forcaz enterrándose más y más.
Ni los más honrados, los buenos gitanos, tienen ya su carromato , ése que les llevaba a la vida grandiosa de la nómada libertad, se han quedado sin él porque les han prometido otro tipo de galera que nunca llega para hacerles sedentarios forzosos.
Ya el único rodal que queda es ese carrito de compra, esa jaula metálica que es un singular plaustro donde van ese pan y esos garbanzos que nunca deben faltar; jaula de comida que parece una singular prisión donde canta la canción del hambre que pasa mucha gente en esta España .
La peste de la necesidad, la que provoca la mierda del paro y la espada de Damocles de unas tijeras gubernamentales que amenazan con recortar y recortar y, más pinchan las ruedas del carro , todo eso está creando un ambiente muy enrarecido y provoca que a los carreteros que no conducen diligencia de dineros se les llame ladrones y a los que marchan con los rodales cargado de caudales se les den honores y se les admire cuando llevan la carreta hacia esas cuevas que son los distintos paraísos fiscales.
Mientras pedimos que todos los platos de las casas de España estén siempre llenos y no falte el pan , pues ahora resulta que hay muy poco pan y muchos chorizos, como bien leí en un grafiti en uno de los muros de la Villa.
El auriga Urdangarín y sus acompañantes quiso también correr y correr, creyendo que siempre sería el primero. Quería tener un pie en un carro y controlar otro y eso le costó que lo bajen del pescante del primero. Qué carreteros más listos que quieren olvidarse que las riendas del gran carro de España las tiene el pueblo soberano y a él no s ele puede engañar; pues sean los de las Preferentes , Urdangarín o cualquiera a todos se les descubre , pero muchas veces, como en este agosto, las roderas de todos esos fastuosos carruajes casi desaparecen y solamente se ve la que dejan lo carros de comida , esa caravana de alimentos que, de manera poco ortodoxa , se llevaron los de Gordillo , el que ha querido con esta acción meter un golazo en la portería de los que tienen la barriga tan llena que hasta vomitan y no se acuerdan del pobre de solemnidad. Parece que a este paso Marinaleda se va a convertir en el oasís salvador de los que peregrinan buscando el pan de cada día.
Total, cada uno intentando cargar su particular carro, aprovechando la ocasión para apuntarse tantos que mañana se traduzcan en votos, cosa razonable, pero lo malo es cuando muchos no luchan por el voto sino que se llevan por la cara lo que es de unos o de otros
Que nunca tengamos que hablar de otros carros bien distintos a los de los que buscan pan o los que se van para el extranjero cargados del oro que con su sudor , la del laborioso trabajador, consiguieron los pobres aureanos laboriosos.
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