Ángel Tomás Herrera | Licenciado en Derecho
El Estrecho de Gibraltar es y ha sido paso obligado de buques y naves de todo tipo a lo largo de los siglos. En sus fondos marinos, entre una variada y diversa vida marina, descansan más de mil pecios antiguos que, como burbujas del tiempo, nos hablan de historias olvidadas: Varkalas griegas, galeras romanas, trirremes púnicas, faluchos africanos, faluyas bereberes, jabeques corsarios, jábegas pesqueras, fragatas turcas, carabelas portuguesas, galeones españoles, balandras flamencas, bergantines ingleses, veleros franceses, vapores italianos, submarinos alemanes… la lista amplia, variada e interminable se pierde en la noche de los tiempos. Todas esas naves, toda esa inventiva, yace hoy en los fondos del Mare Nostrum, como testimonio herrumbroso del progreso humano a lo largo de los lustros. Maquinaria oxidada, costillas de madera y ánforas rotas que hablan de sueños, vidas truncadas y tesoros ocultos, que conforman en su conjunto hábitats submarinos únicos y un patrimonio sumergido tan extenso como desconocido. España que junto con Portugal, impulsó la navegación global, tiene en sus costas el patrimonio subacuático más importante a nivel mundial, y como nos suele ocurrir, se encuentra poco estudiado y vulnerable a la rapiña de los barcos cazatesoros, que de un tiempo a esta parte han situado nuestras costas en su punto de mira. Baste recordar el caso de la empresa norteamericana “Odyssey Marine Exploration”, que con la excusa de un permiso de seis años (2000-2006), estudió y prospectó nuestras costas hasta dar con el naufragio de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”, hundida por navíos ingleses el cinco de octubre de 1804 en las cercanías del Golfo de Cádiz, con más de 500.000 escudos y reales de oro y plata en sus bodegas. Como sabemos, el caso tuvo al final que resolverse ante los tribunales estadounidenses, que terminaron por dar la razón a España, lo que conllevo la devolución de las 17 toneladas de tesoro hurtado ( por cierto, será expuesto finalmente en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática ? ARQUA ? de Cartagena ( Murcia )).
Buque cazatesoros “Endeavour” – Puerto Algeciras
Sin tener en cuenta el conflicto internacional que provocó “Odyssey”, los piratas cazatesoros vuelven a rondar de nuevo las aguas del Estrecho y Mar de Alborán. Esta vez se trata de la empresa “Seaway Offshore” del sueco Sverker Hallström, que ya el pasado mes de diciembre de 2012 comenzó a inspeccionar los fondos de Alborán con uno de sus barcos -“Seaway Invincible”-, puesto a la fuga por la armada española. Sin amedrentarse, y utilizando como base Gibraltar, los cazatesoros han seguido con sus planes y han vuelto repetidas veces a las andadas, esta vez con el barco con bandera de Togo, “Seaway Endeavour”, que sería finalmente interceptado el pasado mes de mayo por la armada a unas 23 millas al sur de Motril, dirigiéndolo al puerto de Algeciras, donde ha sido inspeccionado por la Guardía Civil y se le han abierto diligencias previas en el juzgado de instrucción nº 4 de la Línea. Tras dos semanas de amarre en Algeciras, se le permitió partir, desconociéndose hoy su rumbo y paradero.
Según las investigaciones, parece ser que este buque oceanográfico “Endeavour” ha venido realizando maniobras en zigzag supuestamente para detectar los restos del vapor inglés “SS Namur”, hundido el 29 de octubre de 1917 en aguas de Alborán por el submarino alemán U-35. Esto es lo que dicen los tripulantes del barco interceptado, aunque podría ser cualquier otro el pecio que realmente busquen. Recordemos que cuando se interceptó en 2007 el “Odyssey”, entre Sotogrande y La Línea, la tripulación declaró que tenían permiso de la armada británica para buscar y rescatar los restos del galeón ingles “HMS Sussex”, hundido en 1694 con nueve toneladas de oro. El tiempo demostraría que todo era una burda mentira para encubrir el hallazgo millonario del cargamento de la Mercedes, fletado en un primer momento a USA desde Gibraltar. Por eso para evitar un nuevo expolio en nuestras narices, las autoridades nacionales no se fían, y no descartan que con la disculpa del hallazgo del citado buque británico, los cazatesoros anden tras la pista del cargamento de cualquiera de las 25 galeras imperiales comandadas por Don Juan de Mendoza, hundidas tras un fuerte temporal el 19 de mayo de 1562 con más de cinco mil muertos, ó quizás estén detrás del galeón “Torre de Vélez”, hundido ese mismo año con 80.000 ducados de oro. Los candidatos se cuentan por cientos y puede ser cualquiera de las embarcaciones que jalonan los fondos a un lado u otro del Estrecho. De hecho, donde se localizó el “Endeavour”, existen numerosos barcos hundidos y carga diseminada de las batallas que precedieron a la invasión de Gibraltar en 1704, durante la llamada Guerra de Sucesión Española.
La empresa “Seaway Offshore” de Hallström cuenta con un equipo avanzado de búsqueda y tiene experiencia, como demostró en 1995 con el hallazgo de los restos del vapor británico “Douro”, hundido el 31 de marzo de 1882 frente a las costas de Laxe ? La Coruña, tras colisionar con el vapor español “Irurac Batt”- también hundido en el siniestro. El “Douro” se hundió con un cargamento de oro y objetos de lujo que, tras el saqueo perpetrado, ha terminado en gran parte subastado por Spinck and Son – una firma londinense que pertenecía a Christie’s.
Comandante Lothar Eugen George Von Arnauld de la Perière. (Izquierda)
De todas formas, el “SS Namur” es un candidato factible al llevar un cargamento cierto. Además al ser de acero es fácil de localizar por la sonda magnética de los buques oceanográficos. El acero puede dar la clave de dónde descansa este vapor de pasajeros británico de 6.694 toneladas, propiedad de Peninsular & Oriental Stearn Navigation Company, que cubría habitualmente la ruta Shangai ? Londres, y que cuando fue hundido portaba una carga de oro, diamantes y rubís procedentes de la colonia británica de Penang (Pinang) – Malasia.

Tripulación completa del U-35, 1917
Tras hacer escala en Marsella, el “Namur” tuvo la mala suerte de toparse en la mañana del 29 de octubre de 1917 con un torpedo del submarino alemán U-35, a 55 millas ESE medio E de Gibraltar. El U-35 fue sin lugar a dudas el submarino alemán que ha batido todos los récords hasta la fecha, hundiendo nada menos que 224 barcos, o lo que es lo mismo, 535.000 toneladas -la mayoría de ellos a las órdenes del condecorado Lothar von Arnauld de la Perière. El “Namur” fue una presa fácil, pues no contaba con la protección de buques Q armados, acorazados escolta o un convoy defensivo, que evitará la acción demoledora de los submarinos alemanes, que por entonces bloqueaban el Estrecho de Gibraltar, desde las Islas Baleares hasta el Golfo de Cádiz.
El as submarinista Arnauld de la Perière, condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase y la prestigiosa Pour le Mérite, conocía bien nuestras costas, como evidencia la visita que realizó a Cartagena el 21de junio de 1916 para entregar una carta de agradecimiento del Kaiser a Alfonso XIII, por acoger a un millar de soldados y civiles germanos procedentes de la colonia alemana del Camerún, tras la ofensiva anglo-franco-belga. Alfonso XIII les había concedido el estatuto de refugiados de guerra tras internarse en Guinea Ecuatorial Española lo que quedaba del contingente militar alemán, gran parte del cual sería trasladado a España, desembarcando el 4 de mayo de 1916 en el puerto de Cádiz. Con esta misión, Arnauld además aprovecho para mostrar su gratitud y admiración por el inventor español del sumergible, Isaac Peral, volviendo tres meses después a Cartagena de incógnito, esta vez para embarcar a uno de los más importantes espías alemanes de todos los tiempos, Wilhelm Canaris, que había estado unos meses realizando labores de espionaje en nuestro país ( el almirante Canaris fue decisivo en 1936 para conseguir el apoyo alemán a la causa de los militares españoles sublevados encabezados por Franco, apoyando con enlaces franceses e ingleses las conspiraciones militares para destituir de forma infructuosa a Hitler y evitar la guerra, lo que le valió al final su destitución e internamiento en el Campo de prisioneros de Flossenburg, en el que sería ejecutado en abril de 1945 ).
Y aunque Arnauld realizó labores de espionaje a lo largo de su carrera militar, donde destacó fue al mando del submarino U-35, que con base en Pola – Croacia -, acechaba los mercantes que circulaban desde el Canal de Suez al Estrecho de Gibraltar, despachando hasta 54 buques en una sola patrulla de un par de semanas, utilizando sus cuatro torpedos o su arma favorita – el cañón de 88 mm que portaba en cubierta. Por eso cuando se topó con el “Namur”, sólo le basto un certero torpedo para mandarlo a pique e inscribir un nuevo hundimiento en los cuadernos de bitácora – KTB (Kriegstagebuch) del más letal submarino de todos los tiempos.
Cuando a finales de 1918 las Potencias Centrales vieron precipitarse la derrota, la acción de los U-Boots germanos languideció. Los convoys y la defensa aérea de las Naciones Aliadas habían provocado una seria merma en la flotilla alemana y austrohúngara; además las incursiones submarinas alemanas en el Atlántico habían precipitado la entrada en la guerra de la armada estadounidense y brasileña, que junto con la acción de la armada inglesa, provocaron numerosos hundimientos. La derrota era evidente, por lo que los aliados plantearon la opción del armisticio, eso sí, estableciendo una serie de condiciones, entre las que estaba la entrega por parte de Alemania de todos sus buques y submarinos aún operativos. Con esta premisa, el 24 de octubre de 1918 todos los submarinos alemanes recibieron la orden de cesar en sus operaciones y regresar a puerto. Este sería el fin del invencible U-35, que terminaría sus días en manos de sus enemigos. Su último viaje con escala en Gibraltar, lo haría como botín de guerra, tal y como recogió entonces el periódico ABC de fecha de cuatro de diciembre de 1920: “Por conducto fidedigno sábese que en breve llegará a este puerto (Almería), de paso para Gibraltar, el crucero submarino alemán “U 35”.
A los cazatesoros poco les importa la historia y el carácter patrimonial de lo que expolian, para ellos todo es un negocio. El caso del “Seaway Endeavour” podría quizás transformarse en un nuevo ” Odyssey” si no estamos preparados y actuamos con mano dura. Precisamente para evitar el saqueo o el olvido – no se cuál es peor -, la Consejería de Cultura esta actualmente llevando a cabo a contra reloj un proyecto de prospección arqueológica submarina en aguas del Estrecho, Golfo de Cádiz y Mar de Alborán, para localizar pecios y conocer el riquísimo patrimonio submarino que atesoran nuestras aguas, de cara a actuaciones de protección, conservación, investigación y difusión ( Al hilo de esto, creo que sería un acierto abrir en la Comarca Campogibraltareña un museo de historia y arqueología subacuática, pues es el lugar idóneo, por número de naufragios y acontecimiento históricos ).
Pienso además que todo el control e investigación que se lleve a cabo es poca para evitar esta lacra de la piratería y el negocio del saqueo del siglo XXI. A España siempre le ha resultado complicado defender y documentar los cientos de navíos hundidos en sus costas y en los mares de todos los continentes, pero resulta triste comprobar como empresas privadas – o según se cuenta – la Royal Navy inglesa, conozcan mucho mejor que nosotros el emplazamiento de muchos de esos viejos naufragios.
Luchemos por proteger nuestro patrimonio submarino, invirtamos en conocer nuestra historia sumergida. Hay tantos tesoros escondidos, existen tantas historias olvidadas envueltas de misterio y profundidad, que podríamos reescribir los libros de Historia.







